Monasterios de Meteora
- lectura de 4 minutos - 645 palabrasEn Meteora hace mucho calor por eso por la mañana decidimos no sufrir y hacer una caminata corta (no más de una hora la ida y otra la vuelta) pero muy pendiente para subir por una ruta prácticamente toda en sombra a los monasterios de Gran Meteora, Varlaam y San Nicolás. A los otros dos que vimos, Roussanou/Santa Bárbara, Santísima trinidad y San Stefano, fuimos en coche. El principal problema de la caminata es encontrar el inicio y por eso tardamos algo en arrancar, sale a unos 250 metros del parking del monasterio de San Nicolás, justo en una curva pronunciada. El ascenso es pronunciado pero afortunadamente a la sombra y tras media hora de caminata llega a una bifurcación, a la izquierda se va al monasterio de Gran Meteora y a la derecha hacia Varlaam. Nos habían recomendado visitar primero Gran Meteora ya que tiene un acceso relativamente fácil en coche/autobús y además es esl más famoso y turístico.
Todos los monasterios se deben visitar con pantalón largo los hombres y hombros cubiertos. Las mujeres tienen que llevar una falda que les cubra la rodilla o, en su defecto, cubrirse los pantalones con un pareo que lleve o una especie de falta que te dejan allí. Llevábamos una falda larga de Ceci en la mochila por si por temas sanitarios no le dejaban allí las de los monasterios. La visita a todos cuesta tres euros, lo cual se nos hace raro porque algunos son mucho más grandes y espectaculares que otros. Además, hay que tener en cuenta que todos los días hay uno de los seis funcionantes cerrado.
Todos los monasterios son espectaculares desde fuera, encaramados en lo alto de las rocas, aprovechando hasta el último milímetro de terreno. Por dentro, el que más nos gustó fue el de Gran Meteora. El de Varlaam era el cerrado el viernes, aunque nos acercamos igualmente a verlo. Nos hubiera gustado visitarlo porque desde lejos se veían unos bonitos jardines (aunque igual eran de la zona restringida a monjes y no hubiésemos podido verlos igualmente). El monasterio de San Nicolás, no tuvo gran cosa que ver, es muy pequeñito y estaba prácticamente en su totalidad en reforma. Antes de hacer nuestra parada para comer fuimos en coche al Convento de Roussanou o de Santa Bárbara, muy bonito, muy buen cuidado y como buen convento, vendían dulces hechos por las monjas.
Por la tarde fuimos a la iglesia bizantina de Kalampaka. No es fácil llegar con el coche porque las calles son estrechas y alguna es fondo de saco. Afortunadamente no hay tráfico. Es una iglesia del siglo IX, construida sobre el antiguo templo de Apolo. Como todas las iglesias griegas ortodoxas está cubierta al completo por frescos siguiendo los cánones de pintura (no sombras, luces con figura, atemporalidad, no perspectiva, uso de solo dos dimensiones), pero se escapa alguna columna helénica tallada en su interior (en teoría no deben tener esculturas porque son de tres dimensiones).
Una vez vista la iglesia fuimos a pasar el resto de la tarde a Tríkala, una ciudad pequeña (60.000 habitantes) pero extensa y agradable. La ciudad está dividida por un río, y una de las partes está peatonalizada. Me sorprende ver cómo en los sitios donde realmente hay griegos lo que hay son cafeterías más que tiendas. Pasamos la tarde sentados en una de las múltiples cafeterías viendo la vida pasar; a diferencia de en el resto de sitios nos tomaron por turistas, sí, pero por turistas griegos, no se dirigieron a nosotros en inglés.
Volvimos de Trikala con intención de volver a ver la puesta de sol sobre Meteora pero no lo conseguimos porque pusimos mal las coordenadas en el GPS. No hay mal que por bien no venga: exploramos con el coche la zona y es realmente agradable.
Mañana vamos a Delphi, a ver qué nos dice el oráculo