Cusco
- lectura de 5 minutos - 888 palabrasEl día de hoy ha sido de lo más completo. Mismamente desayunando descubrimos que en Perú también tienen “café cagado” como el Kopi Luwak de Indonesia y aquí lo procesa un coatí. Empezamos por el city tour, que en teoría iban a ser unas 4-5 horas. Nos recogió el taxista que hasta las 14h nos pasearía por todas las ruinas de los alrededores de la ciudad por unos 80PEN. Retrospectivamente mirado, podríamos haberlo hecho en autobús colectivo como nos explicaron en la agencia de turismo, pero realmente queríamos maxizar el tiempo en Cusco y no perdernos el briefing de Alpaca esta tarde.
El taxista nos llevó primero a Sacsayhuamán, donde pasamos algo más de una hora y contratamos un guía para que nos explicara mejor las ruinas (merece la pena hacerlo). Sacsayhuamán corresponden a la cabeza de la ciudad de Cusco. El Inca Pachacutac diseñó Cusco (capital de su imperio) con la forma de un puma (representación del dios del segundo mundo, el terrenal) en la que el ombligo es la plaza de armas y la cabeza las murallas y templos de SacsayHuamán. Esta fortaleza es testimonio de la increíble visión arquitectónica de los incas, que tallaban las piedras para encajarlas unas con otras casi como un machihembrado, sin esquinas con ángulos agudos sino romas para evitar los efectos de los seismos… La visión es espectacular ahora y no quiero imaginar como sería antes. Los escritos españoles los describen como muros de 12 metros de alto, tres consecutivos en terraza. Se trataba de la carta de presentación de Pachacutec al mundo, que en muchas ocasiones invitaba a los líderes de otras tribus a Cusco para proponerles “unirse” pacíficamente a los Incas. Es un territorio grande que claramente merece la pena visitar.
De ahí fuimos a las ruinas de Qenco, mucho más pequeñas. Estas se suponen que son el templo de sacrificios de un Inca. La visita está bien pero después de Sacsayhuamán resulta, como es lógico, pequeño. Más impresionante fueron las ruinas de PukaPukara, lugar de descanso de cazadores en un enclave indescriptible en medio del valle de Cusco. Para terminar con los alrededores, acabamos en Tambomachay. Aunque no son muy grandes, el enclave también es muy agradable. Se trata de un templo de culto al agua y de descanso para la nobleza inca, donde se hicieron unos baños de aguas termales.
Nuestro taxista finalizó el viaje en la Iglesia de San Blas, donde pedimos que nos dejara, para poder explorar este barrio. El barrio de San Blas se supone que es el “artístico” de Cusco. Aprovechamos para visitar la Iglesia de San Blas (donde hay un púlpito magnífico y un altar en el que se les fue la mano con el pan de oro… aunque después descubrimos que poco en comparación con otras iglesias), la casa Mérida y los talleres Mendivil y Olave. Efectivamente el barrio está lleno de tiendas de artesanía más o menos originales, más o menos trampa de turista, pero siempre con el encanto de las calles estrechas, las casas coloniales, el empedrado y los balcones floridos.
Para comer paramos en Baco 138, un sitio que recomendaba la guía que estaba bien aunque su carta se basaba básicamente en ensaladas y pizzas al horno de leña. Allí aprovechamos para escribir nuestras postales y cargar fuerzas para la tarde. Volvimos sobre nuestros pasos a algunas tiendas que habíamos visto previamente en San Blas para comprar algunos recuerdos, fuimos a la Avenida del Sol a comprar sellos para enviar nuestras postales y a las 15:30 nos acercamos al Free Tour de Inca Way. A los dos minutos lo dejamos, porque nos tocó el guía más soso de la historia, que no vendía nada bien su ciudad. En la plaza de armas nos encontramos también con otro free tour, pero tampoco nos quedamos por el mismo motivo. Así pues, decidimos reconvertir nuestra tarde a museos. Visitamos tanto la Iglesia de la Compañía de Jesús como la Catedral. Ambas merecen la pena. La Iglesia de la Compañía, porque prácticamente es una catedral (de hecho recibieron - tarde - una orden del papa en la que se les indicó que no podían hacer una iglesia más suntuosa que la propia catedral de la ciudad), con un altar gigante cubierto en pan de oro. La catedral es muy peculiar porque no hay una entrada directa hasta el altar sino que se puede acceder a través de una de las dos iglesias adyacentes, y dentro de la propia catedral, el altar (de plata) cubre un retablo de oro y a su vez tampoco se puede admirar desde la puerta ya que entre medias hay otro retablo y una sillería del coro.
Finalmente llegó el briefing de Alpaca, donde tampoco nos contaron nada especial más que un breve repaso de la ruta y entrega de la bolsa donde guardar el equipaje que queremos que nos transporten al campamento. Eso sí, conocimos al resto del grupo (ayer se suponía que éramos 9 en total, hoy 7 pero aparecimos solo 5), un mexicano con más de 50 años escalador y dos ingleses jóvenes.
La cena, en Limo, muy recomendable. Restaurante peruano nikkei con vistas a la plaza de armas, el tiradito, las gyozas, el sushi y el dome de chocolate, para repetir.
Mañana empieza la aventura dura de verdad. Yo, lo reconozco, estoy nerviosa.