Arequipa
- lectura de 4 minutos - 845 palabrasArequipa, la ciudad blanca, no decepciona al turista. Hemos hecho dos visitas guiadas, ambas más que recomendables porque nos han contado cosas interesantes que no vienen en la guía. Por ejemplo, lo de la ciudad blanca ahora es así porque la roca que se utiliza para muchas de sus construcciones es de un color blanquecino. Pero siglos atrás, en tiempo de españoles, las casas estaban pintadas y no con la roca al natural y también se la conocía como la ciudad blanca; el motivo es porque hasta el 70% de la población era inmigración europea blanca.
Todo esto nos lo contó nuestra primera guía, ¿Elvira?, en un recorrido de algo más de dos horas por el centro que empezó a las 10 de la mañana. Antes de empezar el tour, nos dio tiempo a ir a una farmacia a por repelente de mosquitos (parece que lo vamos a necesitar más adelante), a ir a Colca Trek a pagar lo que nos faltaba por pagar (nos recogen mañana para ir al Colca) y volver al hotel porque íbamos demasiado abrigados.
El tour empieza con un té de cacao y nos llevó por diferentes lugares (no están en orden): la Plaza de San Francisco, Plaza de Armas, calle Santa Catalina, la iglesia de los jesuitas y muchos sitios más. La ciudad, agradabilísima, pero lo que nos contó la guía nos gustó más. El tema de la espiritualidad es, por ejemplo, muy interesante. Los habitantes locales de la zona, incas principalmente creían en dioses tangibles como la tierra y las montañas. Eso choca con la idea cristiana de divinidad como algo etéreo, con lo cual en la iglesia de los jesuitas (que hoy estaba cerrada) hacían guiños a sus costumbres para que se abrazara el cristianismo con más facilidad; usaban imágenes de la última cena en una mesa redonda en lugar que la que estamos acostumbrados a ver o representaciones de los ritos con uva (vino) y maíz, que es lo que se consumía localmente.
Otra cosa curiosa que nos contó la guía es el porqué Arequipa es diferente. En Perú las celebraciones nacionales tienen que ver principalmente con la independencia de España. Arequipa, como peruanos que son, la celebra. En cambio, aquí también celebran la llegada de los españoles, que fueron quienes fundaron Arequipa en 1541. Antes de la llegada había asentamientos pero no una ciudad. España convirtió a Arequipa en una importante ciudad comercial (hoy es la segunda ciudad de Perú) e importante centro agrícola que producía, entre otras cosas, vino que llevaban principalmente a Potosí, donde había españoles.
Los españoles queríamos vino y no chicha, del maíz. En palabras de la guía, se ve que queríamos una bebida pisada y no una escupida. Gracias a las tinajas que vinieron de España el proceos de fermentación del maíz cambió. Hablando de maíz, el maíz es el regalo de Perú al mundo y aquí lo hay de muchos tipos, tanto el que estamos acostumbrados a ver, como otro que es igual pero de color negro y uno más que es blanquecino y muy grande (esos, que hayamos distinguido).
Están también los arequipeños muy orgullosos de su comida y todos los que nos encontramos no dejan de decirnos que probemos esto o lo otro. Hoy hemos cumplido probando el rocoto relleno.
Por la tarde después de comer fuimos al monasterio de Santa Catalina, donde aún hoy quedan monjas de clausura. Es muy bonito y merece totalmente la pena la visita con guía. Entrar en el monasterio era algo peligroso, era el monasterio de las hijas de ricos. La primera hija había que casarla bien, la segunda en cambio, ingresaba en el monasterio y garantizaba el cielo al resto de la famila. Es tan grande el monasterio que tiene calles, todas con nombre de ciudades españolas (Sevilla, Burgos, Toledo, Córdoba…). Las habitaciones en las que vivían las monjas eran austeras pero amplias, y se notaba la diferencia de clases. En algún punto en la historia las monjas que entraban lo hacían también con personal de servicio (cocineras, limpiadoras, etc.) Solo lleva abierto al turismo desde 1970, y hay una parte, que es donde están ahora recluidas, que no se puede visitar.
Lo que impresiona y hace bonito el monasterio y también la Plaza de Armas es la cuidada decoración de los jardines y plantas, un toque muy agradable.
Y a mí me ha gustado ver también ejemplos de tecnología antisísmica. Las construcciones de adobe españolas no aguantaban y tuvieron que mezclarse con lo que se venía haciendo aquí. Eso no quita que Arequipa haya sido recosntruida varias veces, pero muchos de los edificios se conservan en su estado original por eso.
Lo último que hemos hecho ha sido ir al mercado. No es bonito arquitectónicamente, pero es digno de ver. La fruta huele de maravilla y, sinceramente, la mayoría de cosas no tenemos ni idea de lo que son.
Ahora nos queda salir a cenar y preparar la maleta. Porque mañana vamos al cañón del Colca. En un punto la carretera pasará a 4900 metros. ¿Necesitaremos hoja de coca?