Varanasi
- lectura de 4 minutos - 667 palabrasA varanasi llegamos ayer, después de un día de aeropuertos. Nos despedimos de Gan Shian y a volar. Llegamos tarde, pero llegamos a mesa puesta.
La cena de ayer es, con mucho, lo mejor que hemos comido en este viaje. Estaba todo delicioso: las lentejas, las verduras y las setas; también el postre, a base de almendra. Eso ocurrió en Homestay, que no podemos más que recomendar.
Como sólo teníamos unas horas, le pedimos al dueño de Homestay que nos organizara el día, y nos lo organizó: toque de diana a las cinco y cuarto para ir al Assi Ghat a ver la ceremonia de los bramas, que son la peineta carta. Todo esto lo hicimos con un guía, y además dispusimos de un chófer puesto por el señor.
Por mucho que se explique, Varanasi no se entiende. La ceremonia inicial fue la primera prueba de ello, hay cantos, fuego, público religioso y público turístico (indio y no indio a partes iguales). Todo esto, ya digo, ocurre antes del amanecer.
Después fuimos de paseo en barco por el Ganges: es digno de ver. A lo largo de la orilla hay muchas escaleras (ghats), palacios, templos, vacas, bueyes, perros, cabras, gente lavando ropa, gente bañándose (lavándose) con jabón, gente purificándose y cremaciones. Por supuesto, los edificios de los que hablo están en un estado deplorable de abandono y la higiene brilla por su ausencia; sin embargo desde el barco tiene su encanto.
Hecho el paseo en barco, nos llevaron a desayunar a un sitio donde jamás habríamos entrado por nuestra cuenta. Lo que nos dieron estaba bueno, una especie de sopa de verduras, picante, con pan y de “postre” azúcar concentrado frito. Lo habíamos visto en más sitios (Jaipur) pero no nos habíamos atrevido. Después fuimos a otro sitio a por té masala con albahaca que también estaba bueno, pero no parecía muy higiénico aquello y tampoco lo habríamos pedido habiendo ido solos. Ni siquiera eran las nueve de la mañana cuando hicimos todo eso.
El resto de la mañana la pasamos recorriendo los distintos mercados (verduras, flores…). Es difícil describir la visita. Por un lado tienes la miseria de niños que te persiguen, tullidos, leprosos pidiendo dinero y resulta duro. También tienes una gran mayoría de gente que está en la calle sin hacer nada… Feliz. Escuchando música, paseando, tumbada en el suelo, haciendo cola para ir al templo… Y luego otra parte que trabaja en su pequeño negocio familiar (nadie quiere tener jefes para poder cerrar e irte al templo cuando quieras). Todo esto se encuentra en una sucesión de templos del siglo XIV escondidos entre (o dentro de) edificios modernos, calles ruidosas y calles vacías, tráfico impedido por vacas y cabras, cagadas por todas partes alternas con olor a las flores de las ofrendas. Con todo esto seguimos quedandonos cortos en la descripción.
Aprovechamos también para vivir su vida, parando a tomar un café (te para ellos) en un local a charlar con los lugareños, ir a una tienda de aceites esenciales… Y sobre todo aprovechamos para charlar con nuestro guía sobre la cultura hindú. Tiene. Un fuerte sentido de casta. No conciben irse de casa de sus padres o emigrar. Creen en los matrimonios concertados firmemente. No dejan trabajar a las mujeres fuera de la casa, no pueden saber legalmente el sexo del feto por si lo abortan al saber que es niña… Un choque cultural en toda regla.
Vimos también el proceso de cremación de cerca y cómo se vive la muerte en esta ciudad donde casi vale más el muerto que el vivo. Finalmente nos devolvieron al hotel a la hora de comer, para darnos una ducha, Check out tardío y visita a la tienda de sedas de Harish, que aunque es muy chula, no llega a ser tan buena como la de Jodhpur.
Por la tarde nos llevaron a ver diversos remos de buda de un pueblo cercano y ya vuelta al aeropuerto. Mañana último día en Delhi, esto se acaba.