Los Olgas
- lectura de 3 minutos - 590 palabrasEl día de hoy empezó en el caluroso y seco centro del país y ha terminado, viaje en avión de por medio, en el no tan caluroso y no tan húmedo noreste del país “the tropical north”.
Ceci se despertó mucho mejor de lo que se acostó pero todavía no bien del todo. Yo me desperté todavía con mocos. El caso es que dormimos más de la cuenta y hasta casi las nueve no estábamos en ruta, lo cual ya de por sí impedía hacer las rutas largas del los Olgas. En estas rutas viene señalado que recomiendan llevar un litro de agua por persona y hora de ruta, comer y beber regularmente aunque no se tenga hambre ni sed y evitar las horas de calor, que empieza a las 11 de la mañana. Sabido esto, la ruta que hicimos es un chiste en términos de dureza, creo que no llegó ni a tres kilómetros. Empezamos a las 10 y antes de las 11 ya habíamos terminado.
La ruta iba desde el aparcamiento hasta el primer mirador, punto en el cual podíamos, como hicimos, dar la vuelta o seguir ruta por los Olgas. Además de la merma física, decidimos dar la vuelta porque los Olgas, al igual que Uluru, son más espectaculares de lejos que de cerca y habíamos visto un mirador de camino que hábilmente dejamos para la vuelta.
A todo esto, desde el hotel hasta los Olgas hay como media hora en coche y entras en una zona protegida que hay que pagar para ver. El pase que te dan vale para tres días y lo puedes llevar en el móvil. No tuvimos ningún problema.
Volvamos al mirador. Desde el mirador las vistas son estupendas y además, hay mucho australiano amable que se ofrece a hacernos fotos en pareja. Repito: se ofrece. No hemos tenido que pedir fotos a casi nadie. Tampoco ayer viendo el atardecer sobre Ayers Rock. En el mirador hay algún panel informativo explicándote la flora que ves, la fauna que no ves y el origen geológico de la maravilla que tienes delante.
Como teníamos tiempo, fuimos a comer al hotel. Un pequeño susto fue que la cartera no aparecía, pero acabó apareciendo debajo del asiento del copiloto. Está apareciendo mucho la cartera en este viaje. En el hotel comimos bastante bien, en el restaurante de la piscina.
El vuelo fue sin estridencias, aunque la comida que nos dieron, más que mala o buena (me la comí pero no la disfruté) era rara. Un pudding de pollo que consistía como en un pollo con salsa de algún tipo rodeado por una magdalena. Raro.
Y llegamos a Cairns. La primera impresión que da es que este es un sito donde todo el mundo viene de vacaciones: anuncios de snorkel, de deportes de aventura, de resorts con piscina, de spas… hasta tienen una máquina expendedora de chanclas.
Cogimos el coche de alquilar, un Tiguan como el primero que tuvimos pero azul y más moderno y fuimos al hotel. Este hotel está muy bien. Muy pensado para familas ya que en vez de habitación tenemos un apartamento en toda regla con cocina, salón, lavadora, terraza. Y además da directamente a la piscina (la más grande de las que tiene el hotel), que imita una playa: más de la mitad de la piscina tiene el suelo de arena.
Cenamos en el hotel. Aceptable pero no repetiremos; una de las camareras, María, es española. La de recepción era polaca. Parece que no hay australianos por aquí.
Mañana día de relax.