Isla Canguro
- lectura de 5 minutos - 978 palabrasHoy ha sido un día muy intenso. Nos levantamos a las 5:30 para coger un autobus que nos llevase a un tour organizado de un día por Kangaroo Island. Lo ideal hubiese sido pasar dos días y visitarlo por nuestra cuenta pero dada la falta de tiempo, acabamos contratando un tour de un día que te lleva a los principales puntos de interés.
Nos metimos en el autobús congelados (el conductor iba en mangas de camisa pero hacía un frío terrible) y durante dos horas fuimos recorriendo el trayecto entre Adelaida y el puerto del ferry que lleva a Isla Kanguro, Cape Jervis. El paisaje del camino era precioso, con muchos viñedos,alguna montaña… Una vez llegados a la estación de ferry nos dieron un pase para embarcar y tras un breve viaje de 45 minutos aparecimos en Kangaroo Islad. El viaje mal porque en el barco hacía mucho frío.
Justo al salir del barco teníamos que buscar nuestro autobús y fue fácil. Nuestro conductor y guía durante todo el día fue Kevin, nativo de la isla. Recorrimos 380 km en el día con Kevin hablando casi todo el rato diciéndonos cosas interesantes sobre los orígenes de la población de la isla, curiosidades sobre la fauna y flora endógenas, sobre la red de carreteras, etc. Se lo tiene aprendido pero la verdad es que fue muy ameno. Tuvimos suerte también con el grupo que nos tocó, muy silencioso y respetuoso.
El itinerario del día es completo y apretado.
La primera parada fue Seal Bay, un sitio donde hay muchos leones marinos australianos. Son una especie protegida, hay en total unos diez mil ejemplares. Esta colonia es la tercera más grande y tiene unos ochocientos. A diferencia de los que habíamos visto en Walvis Vay, no huele mal. La norma para verlos es que hay que ir en grupo siguiendo a la guía (Mel) y no puedes acercarte a ellos. Mel nos contó que estos bichos son cazadores solitarios y salen al mar durante tres días y tres noches sin dormir para comer, así que cuando están en tierra lo que están haciendo es principalmente dormir. Por eso es importante no molestarlos. Por eso y porque si se enfadan contigo te perseguirán y son más rápidos que tú.
Segunda parada, la comida. De batalla pero bien, algo comimos. Estaba incluida en el precio. Ya comidos fuimos a ver koalas. Los koalas no existían en esta isla, fueron llevados allí a principios del siglo pasado (hacia 1920) y se han reproducido mucho, tanto que ahora hay súperpoblación. Trajeron 17 hembras y un macho por miedo a que se extinguieran y ahora andan por los 55000. Como son unos señoritos, no comen cualquier tipo de eucalipto, solo unos muy concretos que se les quedan cortos para tanto koala en la isla. En vez de dejarlos morirse de hambre, lo que hace el gobierno australiano es gastarse quince millones de dólares (australianos) en poner anticonceptivos depot koalas para que no se reproduzcan en el plazo de dos años. Los koalas son fáciles y difíciles de ver. Fáciles porque no se mueven apenas. Difíciles porque se confunden con el entorno. Duermen hasta 23 horas al día y su ciclo digestivo dura casi 200 horas.
Estos australianos están muy concienciados con la introducción de especies exógenas al medio. En Australia los conejos hicieorn mucho daño y en Kangaroo Island no paraban de decirnos la suerte que tenían de no haber tenido conejos aunque sí les habían hecho bastante daño los gatos. Por eso nos chocó en cierto modo lo orgullosos que están de su miel australiana, producida por abejas… ¡italianas!. Otra cosa que les preocupaba bastante era la falta de agua. La población de la isla y la industria están limitadas por la falta de agua potable.
Vistos ya los bichos: leones marinos, koalas, kanguros (peleando o haciendo bailes de apareamiento), nos dirigimos a las formaciones naturales. Primero, Admiral Rocks, unas formaciones graníticas situadas en medio de la nada, junto a un acantilado. Tuvimos la suerte de que despejó en ese momento y la luz estaba preciosa. Por cierto, como curiosidad, las playas son todas muy apetecibles (no hoy con el frío que hace), pero sí para el verano: aguas cristalinas, arena blanca… además Kevin estaba muy orgulloso diciéndonos que bueno, que aunque el agua estaba a 15ºC, era uno de los sitios de Australia donde te podías bañar tranquilo. A medio día. Esta última puntualización nos pareció de lo más curiosa, pero al parecer por la mañana y por la tarde-noche los grandes tiburones blancos vienen a cazar focas y leones marinos a la costa y si pillan algún humano despistado… pues eso que se llevan.
La última parada fotográfica del día fue Admiral’s Arch. Una cueva impresionante en la que el techo está formado por raíces fosilizadas. Junto a la cueva hay una colonia de focas neozelandesas, mucho más olorosas que los leones marinos. Estuvieron al borde de la extición a principios del siglo pasado por culpa de los cazadores que buscaban su piel (mucho más suave que la de los leones marinos). Afortunadamente, estas si han recuperado su población por completo.
El resto del camino fue una apacible vuelta por el sur de la isla, parando en el centro de visitantes de Flinders Chase, que sinceramente es prescindible. Justo antes de llegar al pueblo para coger el ferry, tuvimos un accidente con un kanguro, que saltó a la carretera y el conductor no pudo evitar. Es relativamente frecuente ver canguros muertos en los arcenes. Realmente es muy fácil atropellarlos porque saltan de los arcenes al atardecer. Pero vamos a poner unos vivos:
La vuelta se volvió a hacer pesada en cuanto a frío. De verdad que deberían poner calefacción en el ferry. Finalmente el autobús nos devolvió al hotel, a las 11 pm. Lo que decíamos, un día intenso y muy recomendable.