Nos vamos a Mile
- lectura de 3 minutos - 466 palabrasHoy por fin nos vamos a Mile 91. Nuestra estancia en Lunsar ha sido fenomenal pero ya estamos con ganas de hacer de médicos, que es lo nuestro.
Por la mañana fuimos a la misa de St Peter Claver, siguiendo el estilo local de gran perifollo. Nos parecieron especialmente curiosos la acomodadora que distribuía a todo el mundo vestida de blanco y los cestillos de recoger ofrenda (esos nunca dejarán de sorprendernos), que eran unos maletines y se recogieron dos rondas de donativos.
Después de la misa fuimos a ver el hospital, un buen paseo al sol que no todos llevamos igual de bien (somos mujeres de tensión arterial justa). El hospital de San Juan de Dios está muy bien, especialmente si tenemos en cuenta qué es lo que hay por aquí. Según llegamos vimos a una parturienta llegar en moto (nada mejor para que baje el bebé) y en el tour del paritorio pudimos ver una cucaracha. Aun así, como digo, estaba más que aceptable, con esquemas en las paredes para conocer el índice de Bishop, el manejo de la pre-eclampsia, eclampsia, atonía… mi favorito fue el de manejo activo de la tercera fase del parto, en el que se especificaba “lo primero, hacer un tacto vaginal para comprobar la ausencia de un segundo feto”. Eso nos ayuda a tener una idea de lo poco controladas que están las gestaciones.
Una vez terminamos la visita, volvimos al convento donde hoy teníamos verdura y pollo para comer (qué bien salir de la rutina) y ya en seguida nos pusimos rumbo a Mile 91 los 12 estudiantes, nosotras y la Hermana Patricia. Viajamos con un todoterreno antiguo con bancos enfrentados y la ambulancia.
Llegamos aún de día a Mile 91, lo justo para hacernos una idea del complejo. Está formado por el convento, mucho más pequeño que el de Lunsar, la casa de voluntarios, que está muy nueva, la clínica y la maternidad. Esto es más salvaje, los bichos tienen otro porte, para ducharnos tenemos que abrir fuera de la casa una llave de agua principal porque si no hay fugas y la energía depende del generador solar. El sitio tiene mucho encanto, rodeado de palmeras y con nuestra mini plantación de piñas (creo que tenemos dos).
Cenamos fenomenal, gracias a la Hermana Alma, matrona, mejicana, que se encargó de hacer una sopa estupenda y una especie de pizza-focaccia que hizo las delicias de todos los presentes… especialmente de Rocío, que le puso la piña del postre y ha conseguido por fin tomarse la pizza de piña.
Post cena nos reunimos con Patricia, que nos ha dado una charla sobre las infecciones más prevalentes y su tratamiento. Veremos cómo va la cosa mañana: Alicia, Enery y yo nos quedamos. Laura y Rocío se van a las villas.