Santa Marta y Tayrona
- lectura de 6 minutos - 1234 palabrasAlquilamos un coche en Colombia. No es tan locura como parece: es decir, los colombianos conducen fatal, pero no peor que en otras zonas del mundo donde hayamos estado.
Dedicamos medio día a llegar hasta nuestro hotel en Los Naranjos, cerca del parque Tayrona. Para ello pasamos por Barranquilla (ciudad industrial horrorosa que no tiene nada que ver), Santa Marta y finalmente, pasado el Tayrona, se llega a los Naranjos.
Si bien es verdad que las instalaciones del hotel están muy bien (habitación muy amplia, vistas espectaculares, piscina grande para nadar), la atención al cliente deja mucho que desear. Para ser un hotel caro, bueno, carece de los servicios mínimos: no hay recepción, nadie que te explique los horarios ni la zona de desayunos, si hay posibilidad de comer o cenar, si hay restaurante, cómo organizar excursiones al parque del Tayrona… es una lástima porque consiguió empañar lo que de otra manera hubiese sido una estancia muy agradable.
Una vez instalados en nuestra habitación fuimos de expedición a Santa Marta y así aprovechamos para sacar dinero de un cajero. Santa Marta es la ciudad más antigua de Sudamérica (o segunda más antigua según wikipedia). Tiene buen chasis, como dice Claudio, pero le queda mucho camino para ser una ciudad bonita. Se están molestando en arreglarla, las carreteras, parques, están abriendo hoteles-boutique y restaurantes más “elegantes”… eso sí se nota. Hicimos un pequeño recorrido por la zona del paseo marítimo, catedral y parque de los novios… la sensación de seguridad es menor que en Cartagena. No es que nos haya pasado nada, pero uno iba más ocultando la cámara… como en Medellín. Cenamos en el Parque de los Novios, en un restaurante greco-italiano de comida mediterránea con buen ambiente, buena comida y precios razonables.
La gran excursión la hicimos al día siguiente. Según nuestras averiguaciones de Internet (y no por nada que nos dijeran en el hotel), aparecimos por la entrada Cañaveral a las 7:45 con nuestro coche. El parque del Tayrona tiene 3 entradas, una más oriental para acceder a Playa del muerto o playa cristal y a la zona más árida del parque; la entrada intermedia a través de la cual se accede al Pueblito, un pequeño asentamiento de Tayronas, indígenas locales y la entrada Cañaveral que es la más popular porque va a dar a los principales camping y playas. El parque abre de 08:00 a 17:00 (muy tarde en la mañana para los horarios solares de esta zona) pero a las 7:45 ya había una buena cola para comprar los billetes de entrada. Si eres extranjero se pagan unos 20 euros por cabeza + entrada de coche + parking de coche. Con el coche te ahorras un primer tramo de unos 50 minutos que se hace entre árboles, pero por una carretera asfaltada que tiene menos encanto. Como alternativa se puede tomar un minibús que te deja en el mismo sitio. Recomendación clave es llevar repelente de mosquitos, protector solar, gorro y calzado cómodo porque la ruta aunque no es dura, lo requiere (había algún insensato por ahí en chanclas, pero es preferible ir con el calzado adecuado). Hay puestos de agua cada cierto tiempo por lo que si no se quiere ir cargando con ella y además tomarla fresquita, se puede comprar dentro del parque a precios razonables.
La ruta discurre la mayor parte del tiempo entre árboles, lo cual se agradece dado el calor y la intensa humedad. Tras unos 45 minutos se llega a Arrecifes, la primera parada de playa en la que no se permite el baño dadas las corrientes que son muy peligrosas. Si se continúa otra media hora se llega hasta la piscina, para mi gusto la mejor playa de las que vimos: arena blanca, aguas cristalinas (y fresquitas) y aptas para el baño porque una barrera natural de piedra frena las corrientes y crea esa “piscina” ideal para el baño con la sudada que ya lleva uno encima llegados a este punto. Como fuimos de los primeros en entrar en el parque, fuimos también de los primeros en llegar a la piscina y pudimos disfrutarla con poca gente. Pequeños lujos para los madrugadores.
Nosotros continuamos nuestra ruta hasta el Cabo San Juan donde hay un gran camping y un establecimiento para comer. Las playas de Cabo San Juan son muy bonitas pero están algo masificadas y pierden el encanto (deberían reducir el número de turistas permitidos en el parque). Lo que fue ya un caos fue la comida. En general tanto la organización para entrar al parque (el sistema de colas estaba muy mal hecho) como el restaurante dentro, fueron caóticos. Después de hacer una cola infinita, pagas la comida y, a posteriori, te avisan de que tardarán unos 40 minutos en traértela, lo cual podrían decírtelo primero porque para poder salir en hora del parque se tiene que salir, como muy tarde, a las 15h de Cabo San Juan.
El Parque Nacional del Tayrona es una maravilla. Nos encantó. Las montañas con vegetación exuberante que llega hasta la misma playa, los palmerales que comunicaban las distintas playas y por supuesto, las playas… Playas grandes de arena blanca, decoradas por grandes rocas que parecen salidas de la nada, las olas batiendo contra la costa, las barreras coralinas y un sinfín de fauna y flora que hay por todas partes. Un sitio muy recomendable y que no debe perderse uno en Colombia ya que ni la masificación turística consigue estropear un sitio tan espectacular. Quizás nos hubiese hecho falta pasar una noche allí para poder disfrutar del atardecer, el amanecer y alguna ruta más larga como las que se hacen al Pueblito.
Nuestro último día en Los Naranjos lo pasamos en el hotel. Algo que no habíamos previsto en el Tayrona era que nos íbamos a quemar, pero bien. ¡Quién lo iba a pensar si la mayor parte del día la pasamos en ruta, con camisa y pantalón largos y a la sombra! Sin embargo, que nadie se deje engañar, el sol pega y bien. Sólo hicieron falta dos baños y un par de paseos por La Piscina, para ser unos cangrejos guiris en toda regla.
Afortunadamente para nosotros, Los Naranjos está más que bien… La playa es de las mejores del Tayrona, coincidiendo con la desembocadura del Rio Piedra a su salida de la Sierra Nevada de Santa Marta. Dicen que es muy buena para hacer surf, desde luego las olas que vimos parecían buenas y había bastantes surferos aprovechándolas… mientras nosotros los observábamos desde la protección de la sombra en nuestras hamacas.
Nota importante: para nuestra siguiente fase del viaje teníamos que ir al aeropuerto de Barranquilla. Primero, hay aeropuerto en Santa Marta así que uno se puede ahorrar casi dos horas de coche si se coge ahí el avión. Segundo, el aeropuerto de Barranquilla está muy mal señalizado así que lo más probable es que se necesite GPS para poder llegar a él (a nosotros nos llevó casi una hora encontrarlo una vez ya en Barranquilla). Tercero, el aeropuerto de Barranquilla es cutre con ganas, intentad pasar el menor tiempo posible en él. No hay ni una triste cafetería aceptable dentro para poder comer.