Cartagena de Indias
- lectura de 6 minutos - 1092 palabrasAmanecimos deliciosamente en nuestro hotel Casa la Cartujita (como dirían aquí). El hotel en el que estamos es una antigua casa colonial con unas seis habitaciones, decoradas todas con mucho gusto y donde el trato es excelente: muy recomendable. El desayuno se sirve en una zona junto a la piscina desde la que se ve la cocina y te sirven fruta, zumo, café, pan y un acompañanate extra que escoges de las opciones americana, vegetariana o colombiana.
Con el estómago ya bien lleno y con un mapa de la ciudad salimos hacia el punto de encuentro de nuestro Free Walking tour de Cartagena. El tour, sin ser el mejor que hemos hecho hasta ahora, estuvo bien. De hecho el guía consiguió mantener nuestra atención a pesar de la deshidratación y calor imperantes ¡qué calor hace en esta ciudad!. El tour, de dos horas, hizo un recorrido básico por el centro histórico de Cartagena repasando un poco su historia. Cartagena es la segunda ciudad más antigua de Colombia, siguiendo a Santa Marta, que es la más antigua de toda Sudamérica. Debido a los numerosos ataques piratas, los españoles la fortificaron y es una da las ciudades fortificadas más importantes de las colonias españolas. El tour empezó ahí, en las murallas, junto al museo naval. De ahí nos llevaron a la plaza de la iglesia de Pedro Claver (santo español que dedicó su vida a los esclavos negros), la plaza del ayuntamiento (antigo mercado) y la plaza de los dulces. Cartagena es una ciudad preciosa, muy colorida, muy bien cuidada y bastante llena de turistas aunque no por ello pierde su encanto. Es un lugar donde uno se puede sentir orgulloso de ser español y haber dejado un legado así… no todo claro. La historia de la Inquisición o de los esclavos ya no es tan lustrosa claro. En el caso de los esclavos, lo que ocurrió fue que los indígenas no eran grandes trabajadores para todo lo que les pedían los españoles por lo que la solución fue traer de África esclavos negros, mucho más resistentes, para hacer el trabajo. Eran viajes muy duros de hasta casi dos meses en condiciones infrahumanas en los que se morían hasta un 20% de los que empezaban el viaje. Aún así la esclavitud real empezaba en las indias, donde eran vendidos al mejor postor (aquellos que llegaban en condiciones para ser vendidos, que no eran todos) para dedicarse a la prostitución en el caso de las mujeres o para trabajos forzados en el campo en el caso de los hombres. Algunas de las mujeres se libraban de la prostitución y se encargaban de ir a vender la fruta al mercado: las palenqueras. Descendientes de aquellas primeras africanas, están las palenqueras actuales que se visten con trajes tradicionales y venden fruta o te ofrecen una foto en el centro a cambio de unas monedas.
Los españoles somos tan queridos como odiados aquí en Cartagena; más de lo que se puede decir en otras regiones de Colombia donde solo nos hemos sentido odiados. Aquí tienen mucho respeto por las construcciones que se dejaron, por las victorias sobre los que intentaron conqusitar la ciudad y al mismo tiempo, tienen una sensación de odio y represión por la madre patria de la que fueron liberados gracias a Simón Bolívar. Simón Bolívar tiene al menos una gran plaza y una estatua en cada ciudad colombiana. Su idea era liberar toda Sudamérica y hacer una nación común, pero su idea se vio truncada desde el propio origen (no hacía gracia ni a españoles ni a sudamericanos) y si bien es verdad que Ecuador, Venezuela y Colombia comparten colores de la bandera, ahí se ha quedado la cosa.
Además de plazas, placitas y murallas, recorrimos las callejuelas de la ciudad. Nuestro guía aprovechó para enseñarnos algunos patios (similares a los de la típica casa andaluza) y puertas. Aquí las puertas de las casas tienen mucho significado. El tamaño de los espolones es acorde a la importancia de aquel que vive enla casa y la aldaba la profesión: lagarto para nobles, algo marino para pescadores, león para militar y mano para curia.
Finalizado el tour aprovechamos para darnos un baño en la piscina del hotel, refrescarnos un poco y salir a comer a la Cevichería. El sitio es muy recomendable, pedimos un ceviche peruano y un arroz (mucho mejor el ceviche).
Por la tarde aprovechamos para acercarnos hasta el Fuerte de San Felipe. Está pasado Getsemaní, cruzando el río. Se trata de una fortaleza impresionante que merece la pena visitar (recomendable llevar agua). Allí nos enteramos un poco más del sistema de defensa de Cartagena. Los puntos débiles de la ciudad eran fundamentalmente la Boca Grande (paso marítimo más amplio), la Boca Chica (paso marítimo más estrecho por el que también se accede a la Bahía) y la unión por tierra del istmo peninsular. Para solucionar el problema de la Bocagrande, hicieron una muralla submarina que impedía el paso de grandes embarcaciones. Para la Bocachica, rodeadron la zona con pequeños fortines llenos de cañones y finalmente, para la protección de la ciudad en si, construyeron el fuerte de San Felipe, con cañones dirigidos hacia la bahía pero no hacia la ciudad, para que en caso de ser tomada por el enemigo, no pudiese atacar a Cartagena.
En Cartagena se libró una de las mayores batallas navales de la historia española y se dice que fue esta la que decidió que en Sudamérica hoy se hable español y no inglés. La armada inglesa, acudió con la flota más grande conocida hasta la fecha, hasta la bahía de Cartagena. Durante 56 días se mantuvo la batalla, dirigida desde el lado español por Sebastián de Eslava y Blas de Lezo. Los ingleses tenían tan clara su victoria que hasta habían hecho acuñar monedas y medallas conmemoratorias. Cuál sería su sorpresa cuando los españoles se desquitaron del fracaso de la Armada Invencible con una derrota absoluta sobre esta nueva flota inglesa.
Tras la visita al castillo, regresamos tranquilamente hasta nuestro hotel pasando por el barrio de Getsemaní: menos cuidado, menos turístico, algo más auténtico. Nos alegramos de quedarnos en San Diego finalmente, en la zona del casco histórico.
Mañana nos vamos de tour a Islas Rosario, dicen que va a diluviar.