Vesuvio y Ercolano
- lectura de 3 minutos - 602 palabrasHoy sí, madrugamos. Tras un agradable desayuno en la terraza del hotel, a las ocho y media ya estábamos de camino al Vesuvio (en español es con b, Vesubio).
Llegamos allí temprano, un poco pasadas las nueve, pagamos 10€ cada uno por poder subir, y subimos, sin más. La subida al volcán en coche es larga, con muchas curvas y una vez en la casi cima, donde se deja el coche, sólo queda un pequeño tramo de no más de 20 minutos a pie. Es fácil subir, no tiene ninguna dificultad, hasta si pagas te pueden subir en un Fiat Panda (como suena).
Una vez en el cráter, lo que se puede hacer es mirar el paisaje, ver Nápoles desde arriba mientras la niebla te deje. Al llegar se veía más o menos, pero en menos de 10 minutos la niebla se había hecho con todo y no se veía nada. Al cráter en sí no se puede bajar, pero es grande: 600 metros de diámetro, 300 de profundidad. Además, echa humo, huele bastante a azufre. Conviene recordar que el Vesuvio es un volcán activo.
Visto el cráter, bajamos hasta el parking y el panorama era muy diferente. No había sitio, los coches tirados en la carretera para poder subir y hordas y hordas de gente. Así que la recomendación es clara: hay que llegar temprano. Minipunto para nosotros por haberlo hecho.
Pusimos rumbo a Ercolano (en español Herculano), ruinas de una pequeña ciudad romana de unos 4000 habitantes fundada, según dice la leyenda, por Hércules (de ahí el nombre). Ercolano no es Pompeya. Es mucho más pequeña, mucho mejor conservada y con bastante menos gente. Con lo bien (relativamente) conservada que está uno se da cuenta de lo increíblemente avanzados que estaban los romanos tanto tecnológicamente como socialmente.
En Ercolano hay grandes casas, un hotel, casas de alquiler, un impresionante gimnasio, termas de hombres, termas de mujeres, sistema de evacuación de aguas residuales, casas de alquiler, herrero, tabernas varias, muralla, templo… de todo. Cuenta la audioguia que al ser una ciudad mucho más pequeña que Pompeya, el transporte de mercancías lo hacían personas y por eso no hay huellas de carros de caballos (en Pompeya se ve la piedra desgastada).
Todas las casas romanas tienen el suelo con mosaicos (especialmente bien conservada la de las termas femeninas, en otros se notan los efectos del terremoto), frescos en las paredes (algunos de ellos conservados) y dos pisos (algunas). En las que tienen dos pisos se conservan vigas originales calcinadas.
Las posadas me parecieron también muy curiosas. Realmente había tabernas, es decir, bares. Tal cual. Los bares tenían barra y unas vasijas donde se ponían los platos del día. Curioso.
Respecto al agua, Ercolano tenía un sistema de distribución de agua basado en cisternas que luego fue anulado al conectarse a un acueducto (no recuerdo cuál). Todas las calles tenían acera, muy alta (más de 30 cm, a ojo), y estaban empinadas de modo que las aguas residuales bajaban por la acera hasta el mar. Además las tuberías tenían válvulas regulables, como un grifo.
He dicho mar. Ercolano daba al mar aunque ahora no es así. La erupción del 79 provocó que se ganaran 400 metros de tierra, además de hundir toda la ciudad unos 4 metros.
Respecto a las excavaciones, el primero en excavar fue Carlos de Borbón (Carlos III), que básicamente saqueó con todo lo que pudo y no tuvo mucho cuidado. Los españoles somos así, por lo que se ve.
Visto todo esto, volvimos a Nápoles y fuimos a comer a Da Michelle. Pero eso será en el siguiente post…