Pompeya
- lectura de 5 minutos - 939 palabrasEl día de hoy lo hemos empezado francamente tarde y ahí se nos descuadró nuestro planning inicial. Tras el desayuno y las fotos de las vistas desde la terraza panorámica del hotel fuimos hasta Pompeya. Llegamos tarde, como a las 11, cuando ya estaba bien saturado de turistas.
No hay problema para aparcar, hay un montón de parkings cerca de las excavaciones (todos carísimos por cierto, igual más lejos se pueden encontrar más baratos). Las entradas valen 11€ para Pompeya solo o 20€ incluyendo Ercolano, Oplontis, Stabia y Boscoreale. No está incluida en ninguna de las variantes la visita a Villa dei Misteri, que se encuentra fuera de las excavaciones de Pompeya.
RECOMENDACIÓN: el yacimiento es enorme, en su momento fueron 20000 habitantes en una ciudad de 66ha por lo que nuestra recomendación es ir a visitarla a las 8:30 cuando abra el parque, llevar calzado cómodo y bocadillos o algo para picar para pasar al menos medio día. Hay mucha gente que hace picnic allí, hay mesas habilitadas para ello y es comprensible porque lo que hay, da para más de un día de visita.
Al llegar uno puede alquilar una audioguía (6,5€), unirse a una visita guiada de 2.5h (12€pp) o contratar a un guía para un tour privado (100€). Nosotros alquilamos una audioguía porque temíamos que la visita guiada fuese demasiado lenta por ser un grupo muy grande.
Sobre Pompeya se pueden decir muchas cosas, pero la primera sin duda es que son las ruinas más impresionantes que he visto en mi vida. EL yacimiento como he puesto antes cuenta con 66ha, es decir, 22 más que el Vaticano, aunque sólo 12 están abiertas al público. Por otra parte, una cuarta parte de la ciudad permanece aún sepultada. Pompeya presenta las características típicas de las ciudades de la Antigüedad, con su foro, sus termas sus letrinas, su teatro y sus arenas… sería fácil orientarse sabiendo que el Vesubio está al norte, pero como hay muchas calles cortadas por motivos de restauración o excavación, uno acaba perdido siempre en aquella cuadrícula imposible de entender en la que el mapa no se corresponde del todo con la realidad.
Nuestra idea inicial era visitar todo el recinto, siguiendo los distintos números del mapa, pero cuando vimos que había más de 90 números y que cada cosa requería tantísimo tiempo, decidimos visitar sólo los más importantes que recomendaba la guía.
Lo que más nos ha impresionado es la urbanística de la ciudad, las calles, las aceras, el alcantarillado, las tuberías… eran muy modernos los romanos. A mí me sorprende mucho la cantidad de edificios civiles que construían los romanos, a diferencia de otras culturas que dedicaban todos sus esfuerzos a los dioses. El edificio de justicia, el foro, los gimnasios, las termas… todos eran mucho más impresionantes que el más grande de los templos. Por cierto, ¡las termas tenían hasta portero y consigna para dejar la ropa!
Llaman la atención todas las referencias erótico-festivas de la cultura romana: falos por todas partes para alejar el mal de ojo y una ciudad con 25 burdeles. El más famoso es Il Lupanare (en su calle estaban más marcadas las ruedas de los carros que en las demás, por algo sería) donde había dos pisos de habitaciones para los clientes. En la entrada de éste, a la derecha, un príapo bifásico da la bienvenida. Junto a cada habitación había pinturas que permitían conocer la especialidad de cada mujer e incitaban a los pompeyanos a procrear, ya que Pompeya se hallaba en una fase de retroceso demográfico.
Mención se merecen también los famosos cadáveres de humanos y animales atrapados por la lava. Son realmente escalofriantes, conservan la expresión de horror, la boca abierta buscando aire (murieron asfixiados, no por la lava)…
La verdad que la visita nos encantó, pero íbamos muy poco preparados. Se nos vino encima la hora de comer y estábamos perdidos en medio del yacimiento… ¡tardamos siglos en encontrar la salida!
Unas cuantas fotos del yacimiento, donde se puede apreciar que Pompeya era toda una ciudad:
Para comer fuimos al centro de Pompeya (la actual), a un buffet llamado Todisco donde estábamos solos con el dueño y dos empleados. La comida estaba buena, no fue muy cara y sobre todo, estaba abierto a las 3:30!! Lo mejor fue que a la salida el dueño se puso a charlar con nosotros, nos invitó a un par de chupitos de Limoncello y nos habló de sus vacaciones familiares en Barcelona (su conclusión era que había muchos más ladrones allí que en Nápoles).
Como estábamos agotados y no nos veíamos con fuerzas para subir al Vesubio o para ir a ver Ercolano, decidimos ir a Nápoles al hotel y dar una vuelta por allí. Nuestro hotel (Hotel Toledo) está al lado de la famosa Via Toledo, muy céntrico y tiene un parking no muy lejos. Aprovechamos para pasear un poco por la zona, tomarnos un helado en La Scimmia (mona), una heladería de 1933 y después subir al Vomero, una colina que domina la ciudad a la que se puede subir en funicular. Hubiésemos querido entrar en Certosa e Museo di San Martino pero cuando llegamos ya habían cerrado, así que nos tuvimos que conformar con las vistas desde el parque (nada malas como se puede ver).
Para cenar fuimos dando un agradable paseo por la Via dei Tribunali hasta la Antica Pizzeria e Friggitoria di Mateo, donde reservamos mesa para las 9:30… ¡qué pizzas! ¡Sublimes! Con razón están entre las mejores de Nápoles. El sitio es cutre a más no poder pero las pizzas están buenísimas y baratísimas, 100% recomendable.
Mañana más.