Costa amalfitana
- lectura de 3 minutos - 616 palabrasEl plan de hoy era sencillo, recorrer la costa amalfitana desde Vietri hasta Positano, para llegar a dormir a Sorrento. Y en Sorrento estamos ahora. Ha sido una pena que durante todo el día no ha hecho buen tiempo, siempre nublado, incluso cayó alguna gota.
La costa amalfitana está declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO por su excepcional belleza. Además sale en unos cuantos rankings como uno de los mejores “road trips” posibles, así que las expectativas eran altas. El resumen es el siguiente: la carretera y el paisaje son impresionantes, dignos de ver, y los pueblos según cual, los hay que sí los hay que no, pero sí sólo existiera Positano ya merecería la pena. Respecto a la conducción, es verdad que la carretera tiene muchas curvas y es estrecha, a veces incluso hay semáforos porque hay algún tramo en el que no se cruzan dos coches; pero la carretera no es en absoluto peligrosa. Es una carretera para disfrutar de las vistas.
El primer pueblo para nosotros fue Vietri sul Mare, donde paramos y dimos una pequeña vuelta. Nada espectacular, pero paseable; hay un montón de tiendas dedicadas a la cerámica, que es el producto artesanal típico de la costa amalfitana.
Siguiente pueblo, Maiori. Aquí fuimos a echar gasolina al coche para tranquilizarnos. Por lo demás, Maoiri sólo tiene una calle principal con un río por debajo. Aprovechamos, ya que la vimos, para que Ceci pudiera enviar unas postales desde la oficina de correos.
Siguiente: Minori. En Minori casi no paramos porque no teníamos tiempo, pero nos pareció más bonito que todos los anteriores.
Para comer fuimos a Ravello, que técnicamente no está en la costa amalfitana, sino cinco kilómetros tierra adentro. En realidad es mentira, lo que está es a cinco kilómetros de vueltas y vueltas hacia arriba por el acantilado y queda literalmente encima de la costa con unas vistas privilegiadas. Comimos allí, en Ravello.
Ravello es grande, tranquilo y muy bonito. Tiene al menos un par de villas que se extienden sobre el acantilado; nosotros fuimos a Villa Cimbrone, que, además de un hotel, son unos jardines muy bonitos con unos cuantos miradores sobre la costa para uso y disfrute de los turistas, que como nosotros pagan. Una maravilla.
Después de la villa fuimos a Amalfi, que da nombre a la costa, saltándonos Praiano. Amalfi era una república en su tiempo, bastante poderosa. Comerciaban. Eso les daba riqueza e influencia árabe entre otras cosas. La catedral de Amalfi, en especial su cripta, son una muestra de poder; impresionan. Por lo demás Amalfi en sí no tiene nada en particular, pero es un pueblo bonito y agradable con muchos turistas. Lo único malo es que llovía.
Visto Amalfi, fuimos hasta Positano. El paisaje es más impresionante que en la parte que dejábamos atrás, una pena que no se pudiera parar en todas las curvas a simplemente mirar. Es, literalmente, digno de ver. En Positano nos tomamos la merienda, los dos pedimos pasteles con limón. Toda la costa amalfitana cultiva limones, una variedad sobre la que tendremos que investigar porque son enormes, pueden ser a veces tan grandes como una piña. Y después dimos una vuelta por el pueblo. Muchas tiendas de ropa (en Positano hay tradición de diseño), galerías de arte y cafeterías, todo impecable y decorado con mucho gusto. Acabamos nuestro paseo en la playa, desde la que se puede contemplar no el mar, que también, sino la verticalidad del pueblo, sobrecogedora.
En resumen, por orden de gusto, los pueblos son Positano, Ravello, Minori y Amalfi. El resto no merecen la pena. El paisaje, eso sí, impresionante a lo largo de toda la costa.
Mañana más. Dormiremos en Nápoles.