Fiesta del agua
- lectura de 3 minutos - 568 palabrasNoche para gente animada en la provincia de Pursat. Nos han acompañado ratas, geckos, arañas y una familia de hormigas. Ana, María y Jimena se han despertado en medio de la noche porque un montón de hormigas habían decidido instalarse en su pelo. Maravilloso. Una sensación que me alegro mucho de no compartir.
Durante el desayuno nos llamó Father Manoch para informarnos de que debido al fuerte viento no teníamos pacientes en el pueblo flotante ni era previsible que vinieran dado que la gente no se desplaza si las condiciones no son buenas.
Otra vez sin plan, toca recalibrar la situación. Las Príeps (las chicas que son medio camboyanas medio españolas también llamadas Palomas) se acordaron de que en el pueblo de Yantón (nuestro traductor, no tenemos claro si es Yantón o Chantón) se hacía hoy una misa para pedir agua para la cosecha y bendecir el pueblo y allí que nos fuimos.
El párroco de la zona es el Padre Pedro, un colombiano que lleva allí ya 8 años instalado. Ofició una misa por la mañana a la que no asistimos, llegamos para la comida, una pequeña siesta bajo los ventiladores de la iglesia y la bendición del pueblo. Según nos contó el Padre, en esa zona viven unos 350-400 cristianos y unos cuantos budistas. El 60% de la población está ahora en Tailandia porque ganan el doble o el triple de lo que ganarían en Camboya con el mismo trabajo pero no siempre es algo seguro. Como la gran mayoría son ilegales, los patrones Tailandeses se aprovechan de ello y no les pagan o si no los oficiales les quitan el dinero en la frontera. Políticas a parte, la bendición del pueblo es algo que se hace desde siempre en el rito budista, antes del Año Nuevo camboyano (que es en abril), para pedir agua para la cosecha. Ahora el rito se ha extendido también a los católicos, que bendicen las casas de la región. En realidad es una fiesta increíble, nada regio y solemne. Nos subimos todos en un medio de transporte del que tengo que aprenderme ya el nombre, que tanto sirve para arar el campo, como para llevarnos a todos con nuestros cubos gigantes de agua para bendecir, En uno de ellos van los curas, con Kike al mando, lanzando cazos de agua a diestro y siniestro, bendiciendo las casas. Desde las casas, una vez que reciben la bendición, también se tiran cubos y cubos de agua a los que vamos de acompañantes. Todo esto se hace al son de la música de los chicos que tocan vestidos con sus trajes regionales. Los cubos de agua muchas veces van acompañados de flores decorativas y todo el mundo acaba riendo y empapado. Todo el mundo se anima, desde los niños pequeños hasta las monjas mayores. Para la próxima vez, que alguien me recuerde llevar muda de ropa, que me he tenido que volver a casa vestida con el pijama de María.
Una vez secos nos volvimos a Battambang y nos metimos de cabeza en la ducha (los baños que nos estaban dando desde las casas eran con agua del río y si vierais de qué color baja, entenderíais nuestras prisas por limpiarnos).
Para cerrar la noche hemos ido al Lonely Tree, a enseñarselo a Inés, comprar más Kromás (nunca habrá suficientes) y a probar la famosa tarta de limón que cómo no, está fabulosa.