Mostar
- lectura de 4 minutos - 769 palabrasAmanecimos como pudimos en Kotor, yo en particular a las 6:20 estaba ya despierto. Por la noche había música muy fuerte con la que no se podía dormir. La música paró estrepitosamente a la una, con lo cual dormimos poco.
Antes de las ocho de todas formas ya estábamos caminando por Kotor para subir al bastión de San Juan. El bastión de San Juan es la parte de arriba de una muralla que defendía Kotor en la antigüedad. Está todo en ruinas, lo único que vale son las vistas y poner en valor el esfuerzo que llevó construir eso por esos montes agrestes impracticables. La subida es dura pero como digo, las vistas son muy buenas:
Al bajar empezó a llover fuerte, así que llegamos al apartamento empapados y la ducha nos vino muy bien. Desayunamos en Kotor (sólo habíamos tomado una manzanilla antes) en una de las múltiples cafeterías del centro de la ciudad. Son caras las cafeterías, se nota que es un sitio muy turístico. Yo mientras mis padres desayunaban aproveché para comprar una postal, que escribí y envié a Ceci (a ver si la lee antes de leer esto).
Más o menos a las 11 cogimos el coche y pusimos rumbo a Mostar. El viaje son unas tres horas, pero como paramos a comprar en un supermercado hasta casi las tres no llegamos a Mostar. Durante el camino diluvió a ratos; la tormenta metido en la ría con las montañas al lado es impresionante, los truenos retumban y se veía algún relámpago. Fue una suerte estar en el coche. Para llegar a Bosnia Herzegovina hay que subir la montaña y luego allí ya hay algo más de espacio. Pasar las fronteras aquí de momento es muy fácil, se tarda porque miran el pasaporte, pero es lo único que miran.
Bosnia es distinto a Montenegro: usan cirílico. Lo ponen también en alfabeto latino, da la sensación de que lo usan indistintamente. Otra diferencia es que hay musulmanes. En Bosnia Herzegovina conviven católicos, ortodoxos y musulmanes.
Y llegamos a Mostar. Mostar se hizo famosa por la guerra, en noviembre del 93 tiraron el Puente Viejo. Afortunadamente para nosotros turistas lo reconstruyeron. Han pasado ya años, pero se ven todavía signos de guerra (no en la zona turística pero sí por donde se llega con el coche), casas derruidas, pueblos abandonados, marcas de metralla en las paredes. Es triste verlo. Supongo que a los que quedan les alegrará ver su ciudad reconstruida. El puente es muy bonito y la calle del puente y zona antigua también. Es un pueblo encantador. Comimos allí (muy barato, 12 € tres personas) y dimos una vuelta por la ciudad. Yo además compré un mapa de la guerra en una tienda de souvenirs donde proyectaban el vídeo de la caída del puente de Mostar.
Mostar es una ciudad musulmana en su construcción. De hecho se ven mujeres con velo por la calle y Turquía e Irán tienen embajada o consulado en Mostar, cuando la capital del país es Sarajevo (Mostar es la capital de Herzegovina). Hay bastantes mezquitas. Por eso la cruz católica que domina una de las montañas que rodean la ciudad parece una provocación. No sé cómo será, pero supongo que sigue habiendo tensión entre musulmanes y cristianos, al fin y al cabo la guerra no fue ni hace 20 años.
Visto Mostar, cogimos el coche y nos dirigimos a Drasnice (Croacia), desde donde estoy escribiendo este post. Drasnice en sí no es muy allá, pero las vistas sobre el mar son espectaculares. Toda la costa lo es. En realidad, todo el camino desde la frontera croata hasta aquí ha sido muy bonito. Se ve que lo saben los croatas y según la guía a esta ruta se la conoce como ruta majestica. En particular paramos en los lagos de Bacina donde nos hicimos fotos. Muy bonitos porque lo son y además la luz croata ayuda. En Croacia el aire da la sensación de estar más limpio que en España, se ve mejor, más lejos; eso hace que el paisaje se vea más bonito.
Y Drasnice, donde estamos ahora, es un pueblo más de la costa. El grande de por aquí es Makarska. Pero si llego a saber que no iba a ser tan pesado, habría reservado directamente en Split (algo más de una hora más de coche de aquí), ciudad que visitaremos y en la que dormiremos mañana.
Así que mañana Split, ciudad de Diocleciano. Aunque yo antes que eso la conocía por ser la ciudad de Goran Ivanisevic (y también Mario Ancic). Split nos debería impresionar, a ver qué tal.