Último domingo
- lectura de 2 minutos - 320 palabrasRecta final, último domingo. Con todas mis narices a las 10 ya estaba en pie y en cuanto entré en la casa todo el mundo estaba fregando, fue muy extraño.
Aproveché para hacer parte de mi colada y a las 11 acompañar a Mariela a Urkupiña a por la comida, que había Kermesse (quermese, quermés, kermesse… no hay forma de saber cómo se escribe esto porque los bolivianos la ortografía se la inventan) para recaudar fondos para el tratamiento de Ana María, la cocinera quemada. Ya no me acordaba de lo bonita que es la parroquia de Urkupiña, tan verde, tan bonita la iglesia, tan cuidada… me dio mucha pena no poder quedarme allí a comer porque por fin hacía bueno. Dos semanas después sale el sol y nosotros comiendo en casa, narices. Alix me dijo que hiciera como ella y me quedase allí pero como no había avisado con suficiente tiempo preferí volverme a casa, no causar revuelo y así de paso ver a los locales para ver qué planes tenían.
Como no conseguí convencer a ninguno de que se viniese conmigo al centro para ver la Entrada del Iyimani (un desfile de las distintas fraternidades del altiplano con sus trajes regionales) aproveché para ir a tomar un café a los Alegres, bañito en la piscina y a las cinco corriendo al centro donde había quedado con María y otro chico voluntario de otro proyecto. Aproveché para comprar unos pendientes a las enfermeras que me faltaban y dar una última vuelta por la plaza del 24… un helado de la vaca fría no pudo caer porque había una cola exagerada.
Cuando llegué a casa estaba baldada, apenas encontré fuerzas para hacerme un sandwich de cena, charlar un poco con Karin que estaba mala y meterme en la cama a descansar.
Debería empezar a hacer la maleta, pero mi habitación tiene tantas cosas que no sé ni por dónde empezar.