Día 6
- lectura de 3 minutos - 476 palabrasHoy llegan las de Alicante, así que hoy me levanté mucho antes para ordenar mi cuarto, hacer la colada, lavarme el pelo y ayudar con el desayuno antes de ir al hospital. Lo de lavar empieza muy bien pero luego se hace un peñazo. Al lavar a mano una acaba con las manos destrozadas, al final yo creo que las últimas prendas se quedaron mal aclaradas, pero no quería tener las manos a remojo ni un minuto más.
Vuelta al hospital y como Juana hoy no estaba para distribuirme porque se había ido a buscar a las chicas al aeropuerto, pues vuelta a emergencias, que es donde más a gusto estoy.
Al volver a casa a la hora de comer conozco a las chicas, de las que sólo una es de Alicante, las demás son de distintos lugares. Han hecho todas ahora el MIR y lo han preparado en Oviedo. Muy majas todas ellas.
Después de comer nos llevaron a todas de expedición, así que me tomé la tarde libre en el hospital. Fuimos a ver el colegio agustino, visita a Ciudad Alegría y las piscinas, a la Casa de Espiritualidad, al barrio de San Jorge y el montecito de la Virgen Milagrosa que tiene una capilla en lo alto. Me llamaron la atención dos cosas especialmente: lo vacías que están las piscinas por semana y la Casa de Espiritualidad. La Casa es un complejo que usan para la autofinanciación del Proyecto. Se trata de un complejo que se usa sobretodo para grandes reuniones. Ofrecen habitaciones dobles con baño privado y comidas por 70 bolivianos al día. El lugar es precioso, tiene unas instalaciones estupendas y una capilla digna de ver.
Al finalizar el paseo, dirigido por la hermana Juana que iba al volante de la furgoneta, la acompañamos al hospital a dejar el vehículo y volvimos a casa dando un paseo.
Como llegamos pronto, aprovechamos para ir al centro con Pablo y yo me compré una cámara de fotos, porque no me puedo quedar sin un recuerdo de todo esto. Además vimos así la Plaza del 24 de noche que está preciosa iluminada, la catedral y fuimos andando hasta la plaza de Monseñor. Allí vimos a un grupo de chicos bailando bailes tradicionales bolivianos y mientras tanto nos compramos unas patatitas que según su vendedor, había hecho él a las cuatro de esa tarde. La verdad que estaban muy buenas.
Como no queríamos volver otra vez al centro para coger el micro de vuelta a casa, paramos un taxi al que convencimos para que nos llevase a 7 al Plan 3000: dos en el maletero, 4 atrás y 1 delante. De locura.
Las pobres visitantes llegaron rendidas a casa, como era de esperar después de la paliza de viaje que se habían pegado. Así que como dice Nicolás: “una retirada a tiempo es una victoria”