Día 1
- lectura de 3 minutos - 488 palabrasHoy está siendo un día intenso. Muy intenso y muy feliz.
Llegué a las 7:15 de la mañana a Viru Viru (aeropuerto de Santa Cruz llamado así por un antiguo pájaro legendario), con 45 minutos de retraso. Afortunadamente había dormido 9 de las 12 horas de vuelo así que estaba despejada, salí corriendo del avión y pasé la primera el control de inmigración. La primera sensación nada más bajarme del avión fue similar a la de entrar en un baño turco ¡maravilloso calor húmedo! Ya se me había olvidado que es lo que me espera el resto de estancia. Pensaba yo que saldría en seguida, pero no… UNA HORA Y CUARTO estuve esperando por mi maleta. El aeropuerto es muy pequeño y tiene una minicinta transportadora, así que hay a unos señores encargados de ir bajando maletas y apilándolas a los lados para hacer sitio para las nuevas y ni con esas se agiliza el proceso. Yo me estaba poniendo de los nervios, pensando que igual me abandonaban los de Hombres Nuevos creyendo que yo me había ido o algo así. Afortunadamente de la que salía por el control de aduanas conocí a Chelines, una señora que lleva colaborando con el Proyecto 6 años.
Una vez fuera, conocimos a Vicente (otro voluntario que había venido en nuestro vuelo), al Padre Castellanos, a Lorena y a Juana. Cargamos nuestras maletas, nos subimos a la furgoneta manejada por Juana (una monja grande con carácter) y pusimos rumbo a nuestras respectivas casas.
A lo largo del trayecto el padre nos fue contando varias cosas sobre Bolivia y Santa Cruz que añadiré en un post en Notas y Comentarios más tarde.
Yo me he quedado con Lorena en El Palacio, una de las propiedades de Hombres Nuevos dentro del Plan 3000; Chelines se irá con Juana a vivir con las monjas y Vicente a Ciudad Alegría.
Según llegamos nos pusieron el desayuno, me llevaron a mi habitación y acto seguido me fui al centro con Nicolás Castellanos. Fuimos básicamente a hacer recados: hacer fotocopias, oficina de correos… Correos no es como España. La gente no tiene buzón en casa y no hay carteros. Se tiene un casillero en la oficina central de la ciudad y todo el correo llega allí. Fue bastante impactante de ver, un hangar gigante con miles de pasillos de casilleros.
Comimos en casa y por la tarde como me sentía con fuerzas fui a Montero con Mónica y María a ver cómo estaba el centro que han creado para los hijos de los zafreros. Otro día os contaré un poco más del lugar, hoy estoy agotada.
Después de eso me uní de noche al Viacrucis, un paseo por las calles del barrio donde todos se vuelcan con la iglesia. Cada familia crea su pequeña estación que se va visitando hasta terminar el recorrido de 60 minutos de reloj (a Nicolás no le gusta enrollarse más de la cuenta).