De Ekaterinburgo a Omsk: compartiendo vagón con unos militares
- lectura de 4 minutos - 721 palabrasLlegamos al tren limpios y por tanto de buen humor. Como los de al lado sólo hablaban ruso nos pusimos a cenar educadamente sin molestarles ni nada, les ofrecimos cacahuetes pero no quisieron. Eran dos chicos, uno alto y rubio con un tatuaje en el bíceps izquierdo; el otro más joven, un poco achinado, pelo rapado y bolsa de militar con las botas puestas por fuera. Les dijimos que éramos españoles y se ve que lo estaban comentando con los otros con los que venían. Y se fueron, mientras Ceci y yo cenábamos tranquilamente.
En estas llegó el rubio alto, vino solo. Se presentó: Sasha (diminutivo de Alexander). Traía dos o tres cervezas. Me ofreció una, acepté. Y ahí empezó todo.
Poco a poco vinieron los demás, de cuyos nombres no me acuerdo. Y empezamos a hablar. Hablar era complicado porque nosotros ruso cero y ellos inglés prácticamente nada. Pero tenemos una libreta, un bolígrafo y un libro de ruso. En total en el vagón éramos siete, cinco ellos, dos nosotros.
Ellos, chavales jóvenes, ¡todos militares! Encantadores y, sobre todo, muy respetuosos, no nos obligaron a nada ni nos hicieron sentir mal, al contrario. Comento esto porque no es la idea que se tiene de los rusos. Respecto a su aspecto, mala pinta, a más de uno le faltaban dientes y todos olían a tabaco.
La conversación, lógicamente, era muy básica pero muy divertida. Ceci les dijo que era estudiante de medicina, pero no hubo manera de que lo entendieran, así que la cosa quedó en que Ceci es cirujano. Yo les quise decir que hacía centrales nucleares, así que ellos creyeron que yo era físico nuclear.
Pero ellos eran más pintorescos para nosotros. Uno era “russian tank driver”, otro era mecánico de los tanques, cosa que consiguió tras 21 días de formación y en general, eran militares. Jóvenes todos, el mayor de ellos tenía unos 30 años.
En algún momento cercano al comienzo del encuentro nos preguntaron si queríamos vodka. Y dijimos que sí. Me ofrecí a pagar la botella, ya que ya habían traído las cervezas, insistí un poco pero se negaron tajantemente. Tomamos un chupito todos brindando, les explicamos lo de arriba, abajo, al centro y adentro y entonces, de la nada, salieron unas alitas de pollo. Sólo beber es de borrachos, hay que comer también: en la mesa había cerveza, zumo de naranja, alitas de pollo y pan.
El que escribe estas líneas estuvo tarareando el Kalinka mientras ellos lo cantaban con su letra. Todos se la sabían, y la letra es larga. Una canción muy bonita.
Ellos son pobres, muy pobres. Ganan, el que menos, 700€ al año aunque suponemos que como están en el ejército, la comida y el alojamiento están cubiertos. Si no es así no se explica como es posible que el mecánico de tanques tenga tres hijos, la mujer puede que embarazada (iba a Omsk para ver los resultados del test) y quiera tener ocho hijos. Les sorprendió mucho que Ceci y yo no estuviéramos casados, muchísimo, es algo que simplemente no conciben.
A nosotros nos sorprendió que nos preguntaran cuál era nuestra religión. Ellos todos ortodoxos rusos, creyentes. Nosotros católicos.
Y el vodka iba bajando, al final de la noche fueron tres botellas. Yo me tomé diez chupitos.
Nos regalaron un montón de cosas: dos imanes de nevera, un llavero y una medalla. En un momento en el que Ceci se fue al baño me explicaron que le tengo que dar la medalla a Ceci cuando me case con ella. Ante tanta generosidad nosotros les dimos unas castañuelas y casi diría que nos dio rabia no tener más para darles.
Dije antes que eran muy respetuosos: cada poco nos preguntaban si queríamos dormir y cuando dijimos que sí no hubo ningún problema, recogieron todo y nos dejaron dormir. También nos ofrecieron fumar cannabis, simplemente dijimos que no y nada, no se lo tomaron mal, en ningún momento nos hicieron sentir incómodos.
En general la impresión es que en Rusia hay un total desconocimiento de lo que ocurre fuera de Rusia.
Y seguro que se me están olvidando cosas, fue una noche muy divertida. El despertar fue mucho peor, yo con mucha resaca, lo cual es normal ya que había bebido casi tanto como ellos pero ellos nada, cero, frescos como lechugas.