Moscú
- lectura de 14 minutos - 2879 palabrasEl día empezó un poco más tarde de lo que nos habría gustado por lo que hemos tenido que descartar la visita al Flea Market, que ha quedado pospuesta para mañana. Una de las tareas que quería hacer en el día era que nos registraran el visado porque es un trámite necesario. Lo malo es que al llegar al “hotel” se me olvidó y esta mañana no había nadie en recepción y ni siquiera cogían el teléfono, así que cuando llegamos por la noche lo hablamos y resulta que no pueden registrarnos el visado porque no les da tiempo (nos vamos mañana). Se supone que tienes que registrarte en los primeros 7 días que estás en Rusia (ellos dicen 7 business days, pero yo no sé si serán 7 días naturales) y como es una cosa que tarda no vamos a poder hacerlo hasta que lleguemos a Olkhon, donde vamos a estar unos días… pero a Olkhon llegaremos en más de 7 días así que puede que estemos de ilegales en el país. Luego hay una norma que leí por ahí que dice que si no estás más de 3 días en un sitio no hace falta registrarse y la propia del “hotel” nos dijo que ahora en los aeropuertos no preguntan nada y que simplemente con los registros de los hoteles vale, en fin, que no lo tienen claro ni los propios rusos.
La primera visita del día fue un banco: la visa funciona perfectamente y el cajero no dio ningún problema. Ya con dinero, fuimos a desayunar a una cafetería donde comprobamos varias cosas: en Moscú el servicio es bueno, Moscú es una ciudad muy cara y siguen con una mentalidad comunista. La cafetería era muy bonita, dos pisos, el de arriba de fumadores y yo diría que unas 40 mesas de las que ocupadas no había más de 5. Aún así yo conté 14 personas trabajando más los que supongo que habría en la cocina… normal que fuera caro. Como no tenían gente a la que atender, los camareros de sobra se dedicaban a limpiar las vitrinas con los postres aunque había una limpiadora limpiando entre las mesas. Sobra gente. Hablando de limpiadoras, vimos a una por la calle, una barrendera, con uniforme de verano: era un mono pero con el pantalón corto, ¡todas las rusas van muy arregladas, hasta las barrenderas! (Comentario de Ceci: todas en taconazos y vestidas como de boda vayan a donde vayan, increíble. Encima todas guapísimas y ellos feos, es injusto!)
Seguimos nuestro paseo matutino hasta llegar al meeting point del free tour, justo en frente de la parada de metro de Kitai Gorad, que según nos explicó el guía significa “China town”. Se ve que en el siglo XVI aprox vivían chinos en esa zona y le quedó el nombre al barrio. Sobre el tour en sí, ya antes de empezar había diferencias con free tours de otras ciudades. Digamos que el público objetivo es mucho más heterogéneo que en otros sitios. Australianos, neozelandeses, americanos, un par de colombianos, una rusa de Ekaterinburgo emigrada a Alemania, un chino de Pekín que dejó su trabajo y ahora esta de camino a Chicago. etc. Y luego el guía, y parece que dueño y único empleado de la compañía (no le preguntamos, es solo una suposición): el guía era un chico de Kazan de unos 30 años que emigró a Moscú a buscarse la vida, por como hablaba parecía un tipo espabilado.
Sobre el lugar de partida del tour, es un monumento a dos señores, uno de ellos es Ciril y el otro no me acuerdo. Ciril tradujo la biblia del ¿hebreo? ¿latín? ¿griego? al ruso, pero el ruso no tenía forma escrita así que se la tuvo que inventar y ese es el origen del alfabeto cirílico. Yo todavía no sé bien, pero el ruso es parecido al español en el sentido de que se lee como se escribe, lo cual está muy bien. La primera parada, unos metros más abajo en la misma plaza, es la iglesia de todos los santos, que es una iglesia ortodoxa de las muchas que hay en Moscú. Lo especial de esta nada turística iglesia es que durante la época soviética fue un centro de la KGB en el que se ejecutaba a gente, descubrimiento que sorprendió mucho a los rusos a principios de los 90 porque aunque se conocían esas prácticas de la KGB, no se sabía que también en pleno centro de Moscú eso sucedía (se suponía que eso eran más cosas siberianas). El guia aprovechó para contarnos la estructura de una típica iglesia ortodoxa: están orientadas con el altar mirando al este, planta en forma de cruz y luego el altar está decorado con filas de imágenes, en la segunda fila la segunda imagen empezando por la derecha representa a la iglesia en cuestión; en este caso era una imagen con todos los santos.
Seguimos nuestro camino hacia la Plaza Roja. La ruta pasa por una calle llena de iglesias, hay tantas porque tradicionalmente si alguien tenía dinero para hacer una iglesia, la hacía. También pasamos por un solar donde Putin ha dicho que va a hacer un parque con una especie de “speaker’s corner” para que la gente diga lo que quiera. (Comentario: Stalin mandó construir 8 edificios maravillosos, realmente bonitos, hay fotos que lo atestiguan, para conmemorar el 800 aniversario de Moscú. Sólo se construyeron 7, porque antes de hacer el 8º Stalin murió, Kruchev subió al poder y como era anti-stalinista decidió hacer un horrible bloque gris soviético que más tarde pasó a ser un hotel de 3 estrellas en pleno centro de Moscú. Según el guía, el lobby hotelero mandó destruir semejante bicho porque les hacía la competencia.)El guía no se cree mucho lo del parque para hablar de lo que quieras, en Rusia no hay libertad de expresión, Putin ha cerrado todos los periódicos no afines menos uno y ha vuelto a crear un policía secreta. Seguimos hacia la plaza Roja a la que se llega por la archiconocida Catedral de la Intercesión, aunque popularmente en Moscú, Rusia y el mundo entero se la conoce como Catedral de San Basilio.
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De esta parte del tour no me enteré mucho porque iba hablando con un alemán de cerca de Frankfurt que estudia algo (no me dijo qué) en Mannheim y en septiempre se va de Erasmus a Barcelona. Seguro que Ceci y wikipedia saben mucho más que yo. Más o menos en algún momento de la historia Rusia se estaba expandiendo hacia el este y sur y uno de los sitios en los que pelearon contra los musulmanes fue en Kazan. La catedral de San Basilio conmemora esa victoria sobre Kazan y tiene su nombre real por la fecha en que se construyó (1 de Octubre creo), y lo de Basilio es por un señor pobre que andaba pululando por la plaza Roja que fue el único que tuvo los huevos necesarios para decir en voz alta que el hijo de Iván el terrible fue asesinado por el que luego sería su sucesor.
No vimos la catedral por dentro. Por fuera es muy bonita aunque hoy 7 de agosto es menos bonita que en las postales porque le vendría bastante bien una limpieza. En frente de la Catedral está la plaza Roja o plaza Bella - rojo en ruso significa rojo pero también bella. Antes la plaza Roja tenía en el centro una estatua, pero se movió durante la era soviética a justo en frente de la catedral de San Basilio para dejar la plaza diáfana. A mí me gusta más así, diáfana. Además eso sirve para que los preciosos desfiles militares soviéticos luzcan lindos e infundan miedo a partes iguales. Hoy, como gran parte del año, la plaza en sí era inaccesible debido a los preparativos para una exhibición militar (otras veces hay conciertos o cosas, siempre hay algo). Lo único que hay en la propia plaza Roja es el mausoleo de Lenin, en el que no entramos. Es la plaza Bella, pero también puede ser la Roja sin problemas, ya que la muralla del Kremlin es roja, la Catedral de San Basilio es sobre rojos y el edificio que queda en frente de la catedral (no sé lo que es) es totalmente rojo.
Siguiente parada, una muy importante, donde también habíamos estado ayer aunque sin entrar: el centro comercial Gum. Es el más lujoso e imponente de Rusia y están allí presentes todas la grandes marcas, aunque hay una que destaca sobre todas las demás: Bosco. No sólo es Bosco Sports (#haztefan) sino muchas cosas más, ropa de calle, ropa para niños, decoración, mucho Bosco. Sobre el centro comercial, tiene tres pisos y es francamente bonito aunque en mi opinión los pasillos son un poco estrechos para toda la gente que debe de haber en temporada alta. Tiene un cierto aire a la galería de Milán.
Salimos a la calle en la que al fondo se ve la sede histórica de la KGB y seguimos ruta por un lateral del Kremlin en el que hay muchas cosas: monumento al soldado desconocido, monumento conmemorando la victoria sobre Napoleón y una serie de placas conmemorativas de las grandes batallas de la segunda guerra mundial, buen sitio para practicar nuestro cirílico. En frente está el magnífico teatro Volshoi, que no tiene representaciones en Agosto. Me gustó mucho el guía porque nos contaba la historia desde el punto de vista ruso pero siempre marcando la diferencia con lo que es y lo que creemos en occidente que es. En ese sentido, a nosotros se nos cuenta en el colegio que Napoleón era muy bueno y sólo le detuvo el frío en su conquista de Moscú; desde el punto de vista ruso, probablemente el real en este caso, los rusos no opusieron resistencia a Napoleón porque sabían que eran inferiores en número y en capacidad, así que desalojaron Moscú y la quemaron esperando a que llegara el invierno. Es decir, los rusos cedieron Moscú estratégicamente sabiendo que el frío iba a ser su aliado, gracias a eso ganaron a Napoleón. En cambio sobre la segunda guerra mundial están un poco engañados y los rusos creen, porque así se les enseña en el colegio, que ellos fueron los únicos en el mundo que lucharon contra Hitler, saben que los aliados también lucharon pero es algo que se les cuenta de pasada; ellos y no los aliados vencieron a Hitler, así lo creen.
Durante la visita pudimos ver un cambio de guardia. Es una cosa muy solemne.
Me he saltado cosas que nos contó el guía a modo de anécdota. Hay una catedral en la plaza roja que es muy moderna, del 90 y pocos, pero se hizo exactamente (Claudio y sus datos puros). Stalin la tiró y el nuevo arquitecto quería reconstruirla tal y como estaba. Sin embargo a Stalin no le gustaba eso de volver a tener lo mismo y mandó al señor a un Gulag, campo de concentración siberiano. El señor consiguió salir y se metía a escondidas en Moscú para tomar medidas de lo que no habían derruído todavía. Consiguió reconstruir los planos en su casa y un discípulo suyo se encargó de reconstruirla hace 16 años.
Muy bien el guía, nos gustó tanto que le dimos 500 rublos (unos 12-13 euros), además nos va a contar cosas sobre Kazan en un correo. Un tipo muy majo, ojalá le vaya bien y no diga ninguna impertinencia delante de un policía secreto camuflado como mochilero en uno de sus tours.
Como el tour acabó muy cerca del Kremlin decidimos no comer por segundo día consecutivo e ir a visitar el museo de la armería, las joyas de los rusos y las catedrales del Kremlin. Sobre las tres cosas, dos comentarios generales: digno de ver y estafa turística. Aun con el descuento de estudiante de Ceci, gastamos más de 50 euros en verlo todo, incluida una consigna útil pero innecesaria. Ponía claramente que no se podía entrar al Kremlin con cámara de fotos, con lo que pagamos por dejar las cosas en una consigna exterior, pero luego llegamos al Kremlin y era mentira. Es verdad que en los museos y dentro de los edificios no se pueden hacer fotos, pero estos tienen consignas gratuitas; en las plazas y jardines del Kremlin sí que se pueden hacer… y las hicimos con el móvil que no tienen ni comparación. Un comentario más: es asquerosa la cola que hay que hacer para conseguir entrar, además de que no se puede reservar y tienes que entrar a continuación de comprar la entrada, no vale comprarla por la mañana para ir por la tarde. Es asqueroso.
No todo fue negativo, al contrario. La armería es impresionante. No sólo tiene armas y armaduras sino en general objetos de los zares muy ornamentados: vajillas, carruajes, ropa y objetos decorativos como los mundialmente famosos huevos de Fabergé. Los huevos de Fabergé son rusos, de una joyería privada de Moscú (Fabergé) del siglo XIX. Las armaduras de los rusos también son increíbles, más ligeras, flexibles y protectoras que las de los europeos y asiáticos, dominaban la técnica del mallado. Cuando llegaron las armas de fuego, las armaduras perdieron el sentido protector y pasaron a ser utilizadas sólo en actos, así que eran verdaderos objetos de joyería. Más cosas curiosas que tienen en el museo: coronas. Las coronas de los zares rusos son, algunas, coronas-gorro (ushanka) una cosa muy curiosa de ver. También tienen tronos y carruajes. En la sección de carruajes, todos muy bonitos y en ordenados cronológicamente (se puede ver como los nuevos tienen suspensión y el último tiene hasta ruedas de caucho); también tienen unos mini carruajes que eran para niños y estaban tirados por ponis, además completaban la parafernalia haciéndolos desfilar con enanos al lado: los zares tenían pasta y tiempo libre.
(SIGUE CECI)
Después de la armería entramos en The Diamond Fund. Fue más complicado entrar de lo que parecía: primero salir de la armería para devolver la audioguía, volver a comprar los billetes, nos dan la vuelta en el control por llevar los móviles que estaban prohibidos; vuelta a salir; al volver cola para entrar. Los zares tenían pasta sí. Diamantes, ágatas, zafiros, esmeraldas, rubís… ¿he dicho ya diamantes? Grandes, pequeños, medianos, tallados, sin tallar, sueltos, haciendo dibujos, en coronas, broches, cinturones etc Muy bonito, muy impresionante, pero nos seguimos quedando con la armería.
Cuando salimos ya no podíamos con el alma y nos quedaban mucha tarde por delante. Empezamos nuestra visita al Kremlim. Nos sentimos un poco estafados porque en la entrada había unas señales de prohibido mochilas y cámaras y las habíamos dejado en la consigna cuando no hacía falta. El Kremlim es una ciudad fortificada antes rodeada de varias torres y barbicans (no sé cómo se dice en español, las torres que van delante de las torres). Dentro hay catedrales varias, la más famosa la de Ivan el Terrible (al que la audioguía llamaba Juan el Terrible) y la casa de trabajo de Putin. Es muy bonito, una pena que no haya más fotos. Estábamos tan cansados que apenas dimos una pequeña vuelta, entramos en una catedral y nos fuimos a tirar a un parque. Malditos pies… entre eso y no haber comido, normal el agotamiento. Por cierto, la campana más grande del mundo, esa que hace la alegoría a la represión, que nunca sonó ý esas cosas, es grande grandota.
Con el calor que hacía y la hora que era (ya las 6) no podíamos hacer gran cosa, así que fuimos en metro hasta las colinas de Lenin, que pertenencen a la universidad estatal de Moscú, a ver esas vistas feas pero impresionantes de las que hablaba la guía. Estuvo bien ir, vimos el río de Moscú, ese pequeño afluente que ellos ni mencionan y que es más grande que cualquier río español y el parquecito que en realidad es un bosque. Muy agradable la verdad, pero otra vez por el cansancio no pudimos ir muy lejos. Nos quedamos a medio camino en medio del bosque, a la sombra, descansando y las vistas ya las veremos en postal.
Tocaba ya cenar así que volvimos a Arbat, a un restaurante típico de Georgia donde comimos muy bien aunque caro (normal, al parecer tiene fama de ser de los mejores de Moscú). Para hacerse una idea de precios, fruta de postre, 40€. Compartimos una ensalada de primero y de segundo claudio pidió ternera estofada de alguna forma que olía muy bien y yo svatsi de pollo, muy muy rico. De postre compartimos una tarta típica del país también muy rica.
Volvimos dando una vuelta al hotel. Llegamos a la recepción a preguntar lo de la VISA y pagar y la empanada de la mujer ¡quería cobrarnos una habitación de 15!
Nota del hotel. El primer día tuvimos que matar a 6 mosquitos y bañarnos en relec por los que quedaban. El segundo día, nos despertó el frenesí de los vecinos pero lo mejor fue encontrarse una cucaracha en la cama. No recomiendo el hotel a nadie. La recepción mal, funciona con el horario completamente aleatorio, el hotel y el hostel son la misma cosa y la limpieza deja mucho que desear.