Amiens y Beauvais
- lectura de 3 minutos - 472 palabrasSeguimos vivos. El sitio por cierto se llama Les Joncs Marins. Cuando bajamos a desayunar ya estaba todo preparado sin rencor aparente, dos platos mirando al jardín (de 3 hectáreas) en el comedor separado de la casa. Cuando estábamos a punto de terminar, llegó Claude Anne y sacó un montón de folletos, planos, guías, tarjetas de restaurantes y nos dio un planning para el día.
Modificamos un poco nuestro itinerario planeado para hacerle caso y fuimos primero a Varengeville sur mer, un pueblecito encantador de casas típicas (muy distintas a las de Baja Normandía por cierto) con una iglesia de vidrieras modernas bonitas y una localización privilegiada en un acantilado. Nos acercamos también a ver la mansión Ango, que vimos desde fuera porque nos había dicho la señora que no merecía la pena.
De ahí fuimos hasta Beauvais por las nacionales y Claudio parecía disfrutar como un enano con la conducción. Domingo de Ramos y todo cerrado, no entendíamos nada. Llegamos a la hora de misa así que dejamos la catedral por ver y buscamos algo para comer. No fue tarea fácil, todo cerrado. TODO. Había un restaurante con buena pinta y luego nos encontramos con un McDonald’s, un Subway… al final acabamos en uno cerca de la catedral que no estuvo nada mal, con los pescados expuestos fuera. Tras la comida fuimos a ver la catedral, muy bien; muy muy bien. La planta no es muy grande, pero es altísima, increíble.
Después de Beauvais fuimos a Amiens, a ver la catedral más impresionante de Francia. La catedral de Amiens es del estilo de la de Beuavais en el sentido de que impresiona mucho más por su altura y por su exterior que por otra cosa. El interior destaca por sus vidrieras y unas escenas en madera alrededor del altar mayor. También está bien el órgano.
Como comentario general, estas dos catedrales de Francia están muy bien, pero no están ni mucho menos al nivel de las catedrales italianas o españolas. Cierto es que los franceses las venden muy bien.
Tomamos en una patisserie, llamada pulgarcito, unos chocolates calientes, tejas típicas, macarron de pistacho y pastelito de chocolate; aunque estuvo bien descubrimos mejores lugares cerca de la catedral. Como en Amiens también estaba todo cerrado, volvimos a la zona del hotel y dimos un paseo muy agradable por Veules-en-Roses. El pueblo es muy bonito y, milagrosamente tenía cosas abiertas. Como no teníamos hambre, no tomamos nada allí a pesar de haber salones de té con una pinta muy apetecible. En su lugar recorrimos el pueblo y vimos sus pistas de tenis, su iglesia y su río, el más corto de Francia que va directamente al mar. Compramos un pan típico no de Normandía, sino del pueblo propiamente y un paté de pato también tradicional. De ambos dimos buena cuenta en la habitación.