Día 4
- lectura de 4 minutos - 682 palabrasDía relajado el de hoy, creo que fue una buena decisión quitar Evreux del planning, aunque como no sabemos como es Evreux nunca lo sabremos.
Como era el último día en Longueville, la señora nos desveló el ingrediente de su mermelada secreta: mermelada de naranja y ¡calabaza! Al estar en Pascua, también nos dio parte de las figuras de chocolate que había comprado para sus nietos. Contrastamos mucho con su tipo de cliente habitual. Fue una despedida cordial.
La primera parada del día fue Rouen. Rouen está muy bien, una ciudad a la que quizás habría que haberle dedicado más tiempo. Abadía al lado del ayuntamiento muy bonita, catedral imponente, palacio de justicia muy bonito y otra iglesia también en esas líneas (no recuerdo el nombre). Pero lo mejor de todo no es eso sino el conjunto en el que está. El centro de Rouen es peatonal y de estilo normando tradicional, con sus edificios con rayas con rayas de madera y con tejados en forma triangular, realmente acogedor y bonito. También hay numerosas plazas, tiendas y salones de té.
En cuanto a la historia, Rouen es la ciudad en la que quemaron a Juana de Arco, aunque ahora hay monumentos dedicados a ella. Pasamos también por un cementerio de apestados (afectados por la peste) aunque no pudimos entrar, es uno de los pocos que quedan en pie en Francia.
Siguiente punto de la ruta Le Havre. Le Havre es francamente decepcionante. Es patrimonio de la humanidad no se sabe muy bien por qué, dado que la gran reconstrucción de la ciudad y el maravilloso uso del hormigón forman un conjunto feo y no digno de ver. Aún así, comimos allí porque llegamos a la hora, en uno de los muchos restaurante que hay a lo largo de la playa. Comimos bien a pesar de ser un restaurante italiano (vergüenza debería darnos, comer en un restaurante italiano en Francia).
Después de comer fuimos a ver los acantilados de la costa de Étretat. Son muy bonitos y tienen como brazos, salen en muchas postales. Realmente son imponentes. Me equivocaré, pero voy a decir que aproximadamente tienen 100 metros de altura. Etretat es un pueblo muy turístico, pero a pesar de ello bonito.
Seguimos ruta por la costa hacia Dieppe. Fuimos deliberadamente por la costa porque se suponía que el paisaje era bonito y es verdad: es bonito. De hecho muy bonito. Hay alguna foto hecha desde el coche que así lo atestigua. Alguno de los pueblos por los que se pasa en por la carretera habría merecido una parada.
Ya en Dieppe dimos una vuelta por allí. Dieppe nos sorprendió gratamente, una ciudad con puerto en la que el puerto es bonito, cosa nada habitual. Además, la ciudad es muy agradable con muchas tiendas y restaurantes con buena pinta. Eso sí, mucho frío y nadie en la calle. No teníamos hambre así que supusimos que con un crêpe lo podríamos arreglar y entramos en una cafetería situada en un local impresionante muy bonito. Nos pasó una cosa muy extraña: tenÌan la cocina cerrada y sólo nos dieron unos cacahuetes acompañando las bebidas y, por si eso no fuera poco, a las ocho (de la tarde) nos echaron porque cerraba. ¿Dónde se ha visto una cafeterÌa que cierre a las ocho de la tarde?
Así que como nos echaron, nos fuimos al nuevo “hotel”, esta vez muy entrecomillado. Estamos realmente en casa de alguien. Nos recibió una señora muy mayor que nos explicó que podíamos correr por sus tres hectáreas de jardín, además de por supuesto enseñarnos nuestra habitación y el lugar del desayuno. Lo que no nos dio, sin embargo, fue la contraseña de la wifi. Eso supuso un problema porque se la fuimos a pedir y ella ya estaba acostada, pero muy amablemente salió en camisón a dárnosla. Eso sí, se oyó al marido (al que no hemos visto) protestar. Esperemos que no se lo tome a mal y no nos mate con alguna de sus escopetas y luego exponga nuestras cabezas junto al resto de presas que ha hecho.
Mañana más.