Día 2
- lectura de 4 minutos - 684 palabrasNos levantamos prontito y bajamos a desayunar donde la señora nos tenía preparado ya todo: zumito, croissants, baguettes y tres tipos de mermelada casera: frambuesa, higo y ruibarbo (todavía no ha habido valor para probarlo).
Salimos primero en busca de una gasolinera porque andábamos escasos de carburante y fuimos en sentido contrario a la ruta planeada pero al final resultó ser una buena idea porque el diesel estaba a 1,40 y en el resto de sitios que vimos luego por ahÌ estaba a 1,49. Hecha esta parada fuimos a Bayeux.
Bayeux es un pueblo muy bonito, chiquitito, con tiendas pequeñas con cosas que llevarse para casa y un tapiz. Lo más importante del pueblo es el tapiz, que fue hecho en 1066 en conmemoración de la historia del rey Guillermo de Inglaterra el conquistador, anteriormente conocido como Guillermo el bastardo. Son 70 metros de tela bordada modo cómic con las escenas bordadas y todo hecho para una población analfabeta. Lo vimos en media hora con una audioguía. El museo en el piso superior estaba bien, pero totalmente prescindible. Antes de irnos pasamos a ver la catedral, bonita por fuera, normalita por dentro y también vimos un poco las tiendas del pueblo. Como impresión general: Bayeux bien.
Siguiente parada: Caen. Caen es una ciudad con tres recuerdos del rey Guillermo: dos abadías y un castillo. Fuimos a la abadía de los hombres, pero no entramos porque no nos aclaramos. Luego fuimos a la abadía de las mujeres, que sí visitamos pero creemos que no hicimos el tour de la forma adecuada porque no nos dejó todo lo obnubilados que debiera. Nos gustó. EL castillo lo usamos para aparcar. Comimos entre la abadía de las mujeres y el castillo en un bistrot muy acogedor. Vamos muy atrasados en el planning, la parada para comer fue dos sitios antes de lo planeado.
Suena muy basto, pero "parar a mear" puede definir lo que hicimos en Beuvron-en-Auge. No meamos, pero fue una parada corta. El pueblo es pequeñito pero muy muy muy bonito con construcciones típicas normandas. Además lo vimos con sol y eso siempre ayuda.
Siguiente parada: Honfleur. Honfleur es un pueblecito de pescadores en la margen izquierda del estuario del Sena que Ceci pensaba que era tipo Cudillero pero nada que ver. La parte bonita es la del puerto, con casas de piedra y otras de madera. DImos una vuelta por el centro y nos tomamos un café con un crêpe.
Deauville. Deauville muy bien. Otra vez: Deauville muy bien. Deauville es un pueblo de ricos con dos casinos, puerto deportivo, torneos de tenis y golf en verano, hipódromo y muchos eventos sociales. Se nota que hay pasta. El pueblo no tiene nada en particular pero está exquisitamente cuidado todo, parece de Disney pero en versión normanda. Hay tiendas de todas las marcas caras (Hermès, Louis Vuitton, Chanel). La playa también es muy buena, con vestuarios dedicados a actores famosos. A pesar de que el tiempo no acompañaba, Claudio se tomó un helado de chocolate y frambuesa en una heladería en la que había demasiados empleados (era realmente llamativo). Supongo que en temporada alta tendrán todos trabajo.
Por si no ha quedado claro: Deauville muy bien, muy muy bien.
De Deauville fuimos a Arromanches-les-Bains intentando seguir una bucólica carretera que pasa por Villes-sur-mer, Houlgate y Cabourg. No paramos en ninguno de esos tres pueblos, aunque sí que eran bonitos, del estilo de Deauville pero más pequeños. El paisaje de la carretera bonito.
Cuando llegamos a Arromanches todavía era de día, pero no veíamos nada por culpa de toda la niebla. Además hacía un frío horrible. Resulta curiosa la ausencia de indicaciones a pesar de ser una de las playas del desembarco. Los franceses son un pueblo muy desagradecido (palabras de Claudio). El pueblo estaba bastante muerto, parecía que sólo había un bar abierto. Menos mal que nos dio por caminar un poco más y descubrimos un sitio recomendado por la Michelin, Lonely Planet y Routard con vistas al mar y bastante animación. Cenamos muy bien y calentitos. Con eso dimos por concluido el dÌa.
Mañana más.