Heviz, Pannonhalma, Bratislava
- lectura de 3 minutos - 596 palabrasEl día se presentaba apretado en cuanto a planificación, pero decidimos quitar algunas cosas. Al final se quedó “sólo” en Heviz, Pannonhalma y Bratislava, habiendo dormido en Pecs. Más de 4 horas de coche en total. Lo que quitamos fueron unos pueblos del lago Balaton que al parecer sí merecen la pena, pero no daba tiempo a todo.
Así que fuimos a Heviz, ciudad balneario, o ciudad de viejos. Heviz está bien. Yo personalmente nunca me había bañado en un lago termal, que fue lo que hicimos. El lago es de pago, pero es una experiencia curiosa: agua a 32ºC. Estuvimos a remojo una hora aproximadamente. Recomendable, me alegro de no haberlo eliminado del planning.
Luego fuimos a Pannonhalma, a donde había que llegar antes de las tres y cuarto porque era el último tour en inglés. Llegamos a las tres menos cuarto y ni era a las tres y cuarto ni había tour en inglés. Sí había tour en húngaro a las tres, que fue el que hicimos, ayudados por una pequeña guía en inglés que nos dieron. Pannonhalma es una abadía benedictina fundada alrededor del año 1000 (1004, creo) y en la que, salvo en cortos periodos a lo largo de la historia siempre ha habido monjes. En concreto ahora hay monjes desde 1802, fecha desde la que se dedican, a parte de a su vida monacal, a la enseñanza. Tan es así, que incluso durante el comunismo se les permitió seguir con una escuela. La abadía es patrimonio de la humanidad. Está en lo alto de una colina y se ve desde varios kilómetros de distancia, vista desde la carretera es impresionante.
Y nada, íbamos viendo la abadía, bonita pero no muy allá, con la iglesia principal en un estado penoso de conservación (incomprensible porque no me consta que haya sido bombardeada durante la guerra, de hecho se usó de refugio). Pero, oh sorpresa, llegamos a la biblioteca: maravillosa. Sólo por la biblioteca merece la pena ir al sitio. Una biblioteca de película de dibujos animados. Recomiendo ver las fotos.
Cuando terminó la visita, íbamos a ver otras cosas que hay por la abadía, pero se puso a llover, así que abortamos la misión y fuimos a Bratislava, con parada en un Tesco a gastar los últimos florines que nos quedaban. Durante el viaje atravesamos la frontera de Hungria con Eslovaquia y, no sabemos por qué, había un montón de camiones aparcados desde unos km antes de la frontera hasta unos km después. En este caso un montón quiere decir cientos, no creo que llegaran a mil, pero muchos, muchísimos. La mayoría de ellos tenían matrícula de Rumanía.
Nos dirigimos al hotel, pero llegamos temprano y no había nadie (habíamos dicho que llegábamos a las ocho), así que nos fuimos a ver Bratislava (el hotel, Pension EDISON7, está a las muy afueras de Bratislava). Bratislava no está mal, pero para una tarde solo o más si se quieren ver los museos. El centro es bonito y paseable, la iglesia azul es muy original, y sus estatuas de un hombre saliendo de una alcantarilla y otro mirando por una esquina muy divertidas; además estaba muy animada a pesar de estar todas las tiendas cerradas. Lo que cenamos fue más o menos decente, claro que es cierto que huimos de la comida más local y pedimos cosas que creemos comestibles; eso sí, al menos en el restaurante que escogimos, el servicio era realmente lento: una hora allí para menos de un cuarto de hora comiendo.
Mañana Viena. ¡En un día! A ver qué tal sale.