Kecskemet, Puzsta y Pécs
- lectura de 3 minutos - 437 palabrasNo madrugamos mucho y lo pagamos. Llegamos a Kecskemet, fuimos a la oficina de turismo, preguntamos lo que había que ver y lo vimos. Así de fácil. Es una ciudad pequeña, pero muy bonita y agradable. Para el tamaño que tiene la ciudad es impresionante la cantidad de edificios bonitos que tiene y todos de estilos diferentes. Tiene muchos colores, empedrados amarillos y está limpia. Me causó muy buena impresión.
Luego fuimos a Bugac con la idea de ver a los magyares montando a caballo. Pero llegamos tarde. Había empezado a las 12.15 y eran las 12.25. El siguiente, de ser, iba a ser a las tres, pero hasta las dos no íbamos a poder saber si habría espectáculo o no. Así que decidimos marcharnos hacia Pécs, unas dos horas y media de camino.
El camino entre Kecskemet y Pécs es precioso. Una pena no haber hecho fotos porque yo iba conduciendo y Ceci durmiendo. Paramos a comer en uno de los múltiples pueblos por los que pasa la carretera. Un pueblo limpio, cuidado y, sobre todo, con unas mesas para comer. Insisto tanto en lo de los pueblos porque realmente estoy sorprendido por la limpieza y lo cuidado que tienen todo el país ya sean más o menos ricos. Lo único raro fue que las mesas donde comimos estaban en un cementerio… cosa que vimos después.
Luego llegamos a Pécs, donde nos costó encontrar el hotel porque la entrada parece la entrada a un garaje (Hungaria Apartments). Hemos estado paseando hasta ahora por Pécs. Pécs es extenso, con mucha historia y bonito…. Cedo los trastos de relatar a Ceci, que lo hace mejor que yo, a partir de aquí escribe ella.
En Pécs, segunda ciudad en turismo de Hungría, fue sede de uno de los diez arzobispados establecidos por el rey Stephen y previamente había tenido un asentamiento romano. Dimos una vuelta, vimos la basílica, que no nos gustó mucho porque tiene 4 torres del siglo XIII mezcladas con una nave del siglo XIX y la mezcla es rara, parece un pegote. Seguimos paseando viendo el palacio del obispo, los restos de la muralla, el barbican y como hacía mucho sol y Claudio estaba algo deshidratado, paramos a tomarnos un granizado y luego una limonada y unas patatas fritas que estaban muy ricas.
Seguimos hacia el centro del pueblo y vimos la mezquita iglesia, símbolo de la ciudad y callejeamos por la zona, nos gustó. Descansamos un poco en el hotel y salimos a cenar. ¡Qué bien cenamos! Conseguimos mesa en la terraza de un italiano y todo estaba bueno bueno =)
Mañana supergimcana, ya contaré.