Budapest
- lectura de 8 minutos - 1539 palabrasEl día empezó, esta vez si hay que destacarlo, con un maravilloso desayuno. El buffet de este hotel en el que estamos es muy bueno. Bollería, bacon, huevos fritos, salchichas, nutella, mermeladas, cereales, fruta fresca, zumos varios, embutido, yogures y varios tipos de pan. Sólo por el desayuno ya es recomendable este hotel.
Luego fuimos al sitio de donde salen los tours gratuitos de Budapest pero llegamos una hora temprano y teníamos frío, así que volvimos al hotel a cambiarnos por algo más abrigado. El problema es que hacía viento. Con lo de volver al hotel casi llegamos tarde al tour, pero no, lo cogimos justo a tiempo.
El tour estuvo muy bien. Nos contaron muchas cosas y vimos también unas cuantas, aunque como Budapest es mucho más grande que Cracovia, uno no es capaz en el tour de 2 horas de hacerse siquiera una idea de la ciudad. Budapest es una ciudad muy bonita y, por cómo están rehabilitando, será más bonita y seguro que hace unos años parecía más cutre. Hoy por hoy está muy bien.
Un poco de historia que nos contaron, aunque mejor ver Wikipedia. Budapest se fundó en el año 896 por los magiares, que eran un pueblo nómada que venía nada menos que de la actual Mongolia. Sin embargo, el enclave les pareció tan bonito que decidieron quedarse y establecerse. A los magiares los confundieron con hunos y por eso Hungría se llama Hungría fuera de Hungría; Hungría en húngaro se dice Magyar. Eran ya en origen un pueblo muy mezclado así que la raza húngara es muy heterogénea. Luego, en su historia, llegaron a ser un imperio que iba desde Dinamarca hasta Yugoslavia. Además, adoptaron el catolicismo. De hecho hubo una batalla muy importante en Belgrado en la que los húngaros derrotaron a los otomanos y frenaron el avance del Islam. La victoria fue tan importante que el Papa del momento decidió instauró las campanadas de las 12, que conmemoran esa victoria. Fue la última vez que los húngaros ganaron una batalla.
Años después, como un siglo después, las cosas no iban tan bien por culpa de que un rey murió sin descendencia legítima. Era el rey Mattias, famoso entre los niños pequeños porque sale en cómics y dibujos animados; es el segundo rey favorito de los húngaros. Los turcos se enteraron y aprovecharon para ocuparles, estuvieron bajo dominio turco durante siglo y medio. No les guardan rencor. Los turcos trajeron a Europa a través de Hungría los baños termales, el café y la paprika, que es el pimiento símbolo de la actual cocina húngara.
Después pasaron a formar parte del imperio austro húngaro. Pero los húngaros querían más independencia y se rebelaban cada poco, siempre perdiendo. Eso sí, en Viena empezaban a estar un poco hartos y decidieron dar a Budapest más importancia (aunque no fue hasta el siglo XX cuando realmente se independizaron). Esto fue en el siglo XIX, y lo primero que hicieron fue unificar Budapest, que eran tres ciudades: Buda y la antigua Buda, y Pest. En aquel entonces Pest eran poco menos que casas dispersas y lo remodelaron, decidieron los arquitectos que todas las ciudades bonitas tenían edificios antiguos, un centro histórico, etc… así que se inventaron uno. Todos los edificios de Pest son como mucho del siglo XIX, o sea, relativamente nuevos, pero imitando estilos anteriores (neogótico, neorrenacentista, etc). Y, todo sea dicho, les quedó muy bien.
Siguiendo avanzando en la historia, llegamos a la primera guerra mundial, donde perdieron. Entonces se aliaron con Hitler para la segunda, ya que les había prometido devolverles algunos territorios… pero también perdieron y además Alemania les traicionó, los nazis mataron a 600.000 judíos aquí y Budapest quedó bastante dañada. Y llegaron los soviéticos a liberarles de los nazis pero, como dicen aquí, se les olvidó marcharse una vez los habían liberado.
En el tour que hicimos por la tarde nos contaron el comunismo aquí. Y tuvieron un comunismo bastante light. Luego haré una breve reseña.
En el tour en sí, ¿qué vimos? Dimos un paseo por Pest viendo la plaza de la libertad, el ministerio de finanzas, la catedral de San Esteban, un auditorio con una acústica horrible y nos paramos en la academia de ciencias. Paramos ahí porque los húngaros son muy listos, hay 15 premios Nobel húngaros, si bien sólo uno de ellos vivía en Hungría (el descubridor de la vitamina C). Además al lado de la academia hay una estatua de un niño o niña sentado en una barandilla que no significa nada, simplemente es bonita (hay foto)
Luego subimos a Buda cruzando el Danubio por el famoso puente de las cadenas a la colina del castillo, aunque ya no hay castillo, les queda el laberinto subterráneo pero estaba cerrado. La guía no hizo mención al puente de las cadenas y la verdad es que no es nada del otro mundo, ninguno de los puentes de Budapest es una cosa espectacular tipo los de París o Venecia. En Buda está el palacio, muy desmejorado, la iglesia de San Matías, con un precioso tejado de cerámica de colores, la residencia del presidente del país y el bastión de los pescadores. La plaza donde están el bastión y la iglesia se llama plaza de la santísima trinidad. El bastión de los pescadores se llama así porque allí había un mercado de pescado pero nunca hubo batallas ni nada que defender ahí, el nombre es una mentira. Lo construyeron en el siglo XIX por las vistas, hay unas vistas preciosas desde ahí que luego pudimos contemplar al atardecer.
Comimos en Buda en una cantina húngara recomendados por los guías. Su recomendación era cierta, comida típica húngara y barata. Pero no les vuelvo a hacer caso.
Por la tarde, a las tres y media, fuimos al tour comunista. Los guías eran buenos, hablaban del comunismo con cierta nostalgia. En el recorrido nos llevaron a la plaza de la libertad, vimos la salida de un refugio nuclear y pasamos a ver el único monumento comunista que queda en la ciudad: justo en frente de la embajada americana. La ubicación del monumento no es casualidad, y, en respuesta a eso los americanos, pusieron una estatua de Ronald Reagan a tan solo unos metros. La estatua es reciente, fue inaugurada por Condolizza Rice. El tour acabó muy cerca de la ópera de Hungría, en la imponente avenida Andrassy, por la que bajamos hasta la cafetería más famosa (y probablemente cara) de la ciudad: Gerbeaud. Es la única que no cerró durante el comunismo.
El comunismo que tuvieron aquí fue bastante ligero en comparación con otros sitios. De hecho, por lo que contaban los guías, tenían un modelo similar en espíritu al actual de los países escandinavos pero con menos dinero. La gente nunca pasó hambre, de hecho la gente hacía largas colas no para tener comida sino para obtener por ejemplo lavadoras. Pero claro, las cosas de occidente nos las podían comprar, cosas tan peculiares como por ejemplo plátanos.
Sí que es cierto que había policía secreta, informadores y todo lo que uno espera del comunismo. De hecho tuvieron una revuelta fallida en 1956, todavía hay edificios con agujeros de bala de esa revuelta. A partir de ahí el ambiente mejoró y había un doble juego, los comunistas hacían la vista gorda en ciertas cosas. Por ejemplo dejaban que la gente fuera a misa, aunque oficialmente no dejaban… lo que hacían era decirle al cura lo que tenía que decir. Cosas así. Se fue suavizando más con el tiempo, incluso antes de la caída del muro la gente ya podía ir a la universidad sin ser del partido.
Luego llegó la democracia y con ella la corrupción. Dicen que la evasión fiscal es deporte nacional y de hecho tienen una presión fiscal en torno al 50%. Un truco de corrupción muy típico era en la adjudicación de pisos. Los locales se subastaban, pero en vez de darle el inmueble al mayor postor, normalmente extranjero, se lo daban a un húngaro amigo. Y luego este húngaro vendía al mejor postor y así sólo se forraban unos pocos.
Pero volvamos al tour. El tour acabó cerca de la avenida Andrassy, en concreto cerca de la ópera, que vimos por fuera. Luego fuimos a tomarnos un chocolate Ceci, un batido de fresa yo y un crepe para compartir a Gerbeaud. Muy caro. Y muy bueno.
Y ya con las pilas cargadas volvimos a subir andando hasta el bastión de los pescadores, que es gratis visitar a partir de cierta hora. Efectivamente: unas vistas preciosas. Se ve todo Pest y el Danubio. Además había mucha claridad, nada de niebla ni suciedad, perfecto para disfrutar de las vistas.
Ya cansados fuimos a cenar a un sitio que según la guía estaba muy bien, con música en directo y tal. Pero nada de eso, ha debido de cambiar de dueños algo así. Comimos pollo, unas pechugas muy buenas, en vez de la que nos ofrecían. Y todo porque Ceci tuvo la brillante idea de decir que éramos alérgicos al queso.
No es la mejor del mundo la comida de Budapest. Al menos no la que se da en sitios baratos.
Mañana más, que hoy ha sido muy largo esto.