Dresden
- lectura de 4 minutos - 841 palabrasTras un vuelo tranquilo llegamos a Praga. Tardamos en llegar al coche porque las maletas se retrasaron un poco y la oficina de Budget estaba bastante lejos. Nos dieron un golf blanco de gasolina que según Claudio tira entre poco y nada (yo todavía no lo he probado). Estoy bastante contenta con el coche, las maletas caben sin problema en el maletero y los asientos son cómodos.
De camino a Dresden paramos 5 minutos (literalmente) a comer en una gasolinera unas ensaladas precocinadas que llevábamos en las maletas. Como no teníamos coronas checas no pudimos comprar agua, así que hubo que aguantar la sed que en mi caso se fue aumentando gracias a la nutella que ya está estratégicamente colocada en mi guantera.
El primer plan del día era visitar la fábrica de Dresden del Phaeton, el coche de lujo de Volkswagen. Llegamos a la Gläserne Manufaktur justillos de tiempo, así que no tuvimos mucho tiempo de buscar dónde aparcar y los dejamos en un lugar que creemos que era semi-ilegal (al final no hubo consecuencias así que sin problema) A mí la fábrica me gustó mucho. Está muy bien integrada en la ciudad, tiene una torre de 40m de alto (no más para no superar a la torre del ayuntamiento) y es toda de cristal, rodeada de unos jardincillos y un “foso”. Nos explicaron cómo se fabrica el coche. Aquí es el único lugar del mundo donde se fabrica y la mayoría de los procesos se hacen a mano. La verdad es que está todo muy bien montado, te lo venden muy muy bien. Los clientes potenciales son recibidos en una sala con sus familias que tienen sala de juego, luego pasan a otro piso donde pueden ver los materiales y parecerá una chorrada, pero mola mucho que cuando escoges un material, lo pasas por una mesa de cristal que procesa el código y te muestra inmediatamente en el ordenador la configuración que has elegido. Los colores del coche son bastante sobrios, pero nos dijeron que una señora quiso que se hiciera con el color de su pintauñas y se lo mezclaron… y si tienes un árbol en tu casa que quieres usar para la madera de tu coche, te mandan a unos expertos para ver si la madera vale y si está bien te lo talan y usan la madera…
Lo más chachi era la sala final donde recibes tu coche, sin ventanas para que no lo vea nadie. Lo suben del suelo con un ascensor entre luces y música, para hacer el espectáculo más memorable.
Otras cosas curiosas de la fábrica:
- Tienen luces que no reflejan directamente sobre los trabajadores para no molestarlos y no atraer a los mosquitos
- Tienen unas grabaciones de 9 tipos de pájaros macho para avisar a otros pájaros de que ya hay un grupo establecido allí y así evitar que se estampen contra los cristales
- La cinta de montaje tiene unos imanes para dirigir los carritos que llevan las piezas, que funcionan autodirigidos.
- La cinta está hecha de madera de arce, que es más elástica y por tanto más ergonómica para los trabajadores.
- El proceso de unión de la parte de arriba y abajo del coche se llama matrimonio. Los futuros dueños van a veces a presenciarlo vestidos de blanco y con copas de vino espumoso.
- La mayoría de los coches llevan un techo solar que se encarga de que con 47W tu coche no se hiele en invierno o hierva en verano.
- Fabrican unos 56 coches diarios, cada coche tarda 1,5días en fabricarse… gran parte de su mercado ahora está en China.
- El precio medio del coche es de unos 90000€ (empieza en 70 y pico mil)
- La fábrica es sólo de ensamblaje y las piezas llegan por tranvía.
- También se usa como centro cultural.
Después de la fábrica fuimos al hotel (Holiday Inn Express Dresden City Centre), donde por cierto no hay wifi gratis, me parece rarísimo que no sea algo que tengan ya integrados todos los hoteles de países desarrollados. Nos cambiamos y salimos a dar una vuelta por Dresden. Temperatura perfecta, no muy masificada, vimos la Frauenkirche por fuera, la plaza del mercado, el teatro, el instituto de bellas artes, un castillo y el Blockhaus (todavía no sabemos lo que era)
Había un paseo con unas vistas muy bonitas sobre el Elba y bastantes músicos ambulantes…
Como estábamos bastante cansados no hicimos mucho más y cenamos en un sitio de comida alemana. Comida abundante, bebida no tanto. Yo me pedí una Piltzen para proseguir con mi terapia de adaptación a la cerveza (tolero pequeños sorbos, pero a tragos es asquerosa) y Claudio se pidió una Pepsi (sí, he puesto Pepsi) Hubiésemos pedido agua pero 0,75l valían 5,5€, están locos estos alemanes… la cena estuvo amenizada por una violinista que estaba justo en la esquina de la calle tocando obras conocidas.
Y de momento fin del día, mañana más. Voy a ver si lío a Claudio para que se estudie el planning de mañana y yo hago algo de francés.