Pérgamo
- lectura de 4 minutos - 650 palabrasNos levantamos temprano para ir al acrópolis en coche, pero como estaba bloqueado decidimos ir andando, que mola más y la guía dice que es un paseo precioso si evitas el calor infernal de las horas centrales del día. Antes de salir intentamos ir a desayunar al otro edificio del hotel (nosotros estamos alojados en la mansión), pero el dueño no aparecía por ninguna parte y nadie nos abrió la puerta. Así que íbamos a ir sin desayunar, pero como Ceci dijo que a mitad de la caminata le iba a dar un jamacuco si iba con el estómago vacío decidimos comprar unos paquetes de galletas, un pan turco y una botella de agua para el camino.
La ascensión fue de 5 km en 40 minutos, ritmo infernal que desencadenó una gran sudada en mí. Las ruinas ahora que estoy abajo relajado, no estaban mal. Es más, el templo de Trajano estaba muy bien y las vistas de la ciudad eran muy buenas. De la archiconocida biblioteca de Pérgamo no quedaba ni una triste columna (la veremos en Berlín algún día). Íbamos a bajar en taxi por el calor (y porque a la ida nos habían perseguido un par de perros que saltaron de una casa) pero Ceci dijo que por ella bajaba andando, así que eso hicimos.
Una vez duchados fuimos en busca de la oficina de turismo para pedir un mapa de la ciudad (que habíamos necesitado ayer). Encontramos la oficina de turismo que estaba cerrada y el mapa que tenía en la puerta venía sin nombres. Vagamos por la ciudad en busca de alguno de los restaurantes situados en la Bankalar Caddesi. Como no sabíamos cuál era la calle y los turcos no ponen carteles, fuimos a la PTT (correos) a comprar un par de sellos y preguntar. Nos indicaron bien por gestos pero mal por palabras, así que nos perdimos. Ceci estaba a punto de desmayarse del calor, así que fuimos a preguntar al hotel si tenían un mapa. La señora que nos recibió no hablaba ni una palabra de inglés y aunque intentaba expresarse por gestos, no nos entendíamos.
De la que nos íbamos nos encontramos al dueño que nos preguntó porqué no habíamos ido a desayunar y también que la calle estaba al lado del Hamman. Encontramos la calle y el Hamman pero no los restaurantes, así que fuimos a donde habíamos ido ayer a cenar, que sabíamos donde estaba y no habíamos comido mal.
Ahora estamos en la habitación con el ventilador al máximo esperando a que pase lo peor de la ola de calor para ir hasta el Asclepeion.
Asklepion: lo vimos bastante rápido, no tenía mucho que ver realmente. El Asclepion era la oficina de Galeno. Allí iba la gente a que la sanaran; había médicos-curas que analizaban los sueños y también administraban fármacos, daban baños de barro y prescribían ejercicios de rehabilitación. Respecto a lo que queda en pie, poco la verdad: hay una especie de teatro bastante grande y una especie de templo en del que se conservan parte de las columnas y también se ven las intimidades, hay unos túneles que no se sabe muy bien para qué usaban y todo un “templo inferior” (nombre acuñado por mí).
Después del Asklepion fuimos al hotel y a cenar a un sitio muy chulo con unas buenas vistas de la ciudad en las faldas del Acropolis. Sin dirección del sitio y sin mapa de la ciudad, fuimos en taxi. Una experiencia única. Un coche del año 80 aproximadamente con starter, sin cinturones de seguridad y que se caía a cachos, pan en el asiento de atrás, etc. La cena en sí bien, como casi siempre en este país. Luego volvimos al hotel andando, que tampoco estaba tan lejos.
En el hotel las sábanas no nos tapan enteros así que Ceci ha decidido taparse con sus pañuelos, que la cubren entera.